En Sanxenxo, afincado en O Tombo, reside Julián del Caño, un hombre de 90 años recién cumplidos y que dejó una huella significativa en la historia agrícola del municipio. Galardonado con dos Cebolas de Ouro y una de platino, así como nombrado Cabaleiro da Orde do Albariño, su legado está estrechamente vinculado a su labor como técnico agrícola.
Nacido el 19 de julio de 1935 en el barrio de la Prosperidad, en Madrid, sus primeros años de vida no fueron los más fáciles, marcados por la escasez de la guerra y la posguerra, y por la temprana pérdida de su padre. Como hijo mayor, asumió desde muy joven la responsabilidad de ayudar a su familia, llegando incluso a empeñar en el Monte de la Piedad el anillo que había heredado de su progenitor.
Gracias a sus raíces maternas, procedentes de un pequeño pueblo al lado de Berlanga de Duero, en la provincia de Soria, tuvo su primer contacto con el campo, donde descubrió su vocación. Caracterizándose por ser un estudiante inteligente y aplicado, obtuvo una beca para estudiar en un colegio religioso y cursar la carrera de Ingeniería Técnica Agrícola. Además, siendo también una persona inquieta, se unió a la tuna universitaria, con la que recorrió media España tocando el laúd.
Fue su espíritu aventurero el que lo llevó a escoger Galicia para realizar sus prácticas universitarias, pese a ser una de las comunidades que no llegó a visitar. Durante tres meses vivió en Betanzos, donde pudo aplicar lo aprendido en la carrera y, 15 días antes de regresar a Madrid, conoció a Olga, quien con el tiempo se convertiría en su esposa y compañera de vida.
El amor lo llevó a establecerse definitivamente en Galicia, donde se casó y formó una familia con cuatro hijos. Primero vivieron en Vilalba, luego en Becerreá y, finalmente, en Sanxenxo. Allí, del Caño desarrolló una intensa actividad profesional y mismo fue el responsable de la apertura de la Oficina de Extensión Agraria en el año 1970.
A lo largo de su trayectoria, Julián promovió proyectos relacionados con la alimentación ganadera, la producción en invernaderos, el cultivo de fresas y kiwis y, en especial, la viticultura, siendo su gran especialidad el albariño. Cuando comenzó a trabajar con esta variedad, tanto su cultivo como su elaboración y comercialización estaban en fases muy iniciales. Por ello, escribió dos libros sobre su producción, un estudio sobre parámetros de sus hojas, e incluso impartió numerosas charlas y encuentros divulgativos, realizando una intensa labor pedagógica entre los agricultores.
Gracias a su dedicación, fue un pionero en el cultivo técnico del albariño, así como enólogo, catador y colaborador del Consejo Regulador de la Asociación de Pequeños Bodegueros, además de socio de la Bodega Martín Códax desde los años 80.
Su trayectoria y profesionalidad como técnico agrícola le hicieron ganarse el respeto de todos aquellos que se acercaban a la oficina de Extensión Agraria, así como los distintivos otorgados por los ayuntamientos de Sanxenxo y Cambados.
Hoy, a sus 90 años, Julián del Caño disfruta de su pequeño paraíso con huerto en O Tombo, el lugar donde ha pasado gran parte de su vida y que lo ha visto prosperar, rodeado de su hijos, nietos, vecinos y amigos.