11º-26º
viernes | 19 abril | 2024
No es poco común el caso de una botella con mensaje que llega a las costas gallegas tras ser arrojada tiempo atrás en América. El viaje en sentido inverso, con todo, es difícilmente realizable. Y la responsable no es otra que la llamada corriente de Golfo, que lleva las aguas superficiales del Atlántico en carrera hacia Europa.
El cómo es esto posible lo descubrieron ayer los alumnos del colegio de O Mosteiro (Meis), en la primera sesión de la pionera experiencia “El Experimento del Mes”, que trata de acercar la ciencia al alumnado y “buscar la excelencia” entre los expedientes académicos más brillantes.
De esta forma, dos jóvenes de tercero y cuarto de ESO se enfundaron sendas batas blancas y demostraron a tres grupos de 60 estudiantes cada uno las peculiaridades de la dinámica oceánica. Para ello, reprodujeron en una pecera las condiciones del Atlántico.
Por un lado, encerraron un volumen de agua caliente en imitación a la próxima al ecuador y al Caribe; y por otro agua fría con la que emulaban las inmediaciones del Polo. Se jugó, además, con diferentes grados de salinidad.
Antes de unirlas en la pecera y ver qué sucedía, aplicaron un colorante en cada uno de los vasos separados, de modo que fuera sencillo el seguimiento. Y se obró el pequeño milagro: Las diferentes densidades de las dos masas de agua evitaron lo que muchos aventurarían de entrada: La mezcla sin más de los dos volúmenes. Lejos de esto, la masa cálida permaneció sobre la fría, representando lo que ocurre a diario con el Océano y facilitando así el flujo de corrientes cálidas desde México a Europa, lo que de paso ayuda a suavizar las temperaturas en nuestra latitud.
Las posteriores explicaciones sobre la rotación terrestre vinieron a completar el dibujo de la corriente y a cerrar una experiencia piloto sobresaliente cum laude.
