El picudo pone fin a medio siglo al servicio de la de sombra cambadesa

El picudo pone fin a medio siglo al servicio de la de sombra cambadesa
Portos de Galicia inició ayer los trabajos de eliminación de las 15 palmeras insalvables por el picudo | gonzalo salgado

Los expertos sitúan la aparición del picudo rojo en España en torno a 1994 y se localizó por primera vez en un palmeral de Málaga. A partir de ahí, la historia es conocida. La plaga resultó imparable y ha hecho auténticos estragos en el sur de la Península y en la zona de Levante. En Galicia tardó un poco más; el primer caso documentado data de 2013, en Gondomar, aunque seis años antes, un alemán, malagueño de adopción y que había convertido Vilagarcía en su nuevo hogar, advirtió de que sus palmeras no tenían buen aspecto: le recordaba a lo vivido en la ciudad andaluza con este escarabajo procedente de Egipto y que habría entrado en el país a través de ejemplares importados. Y tenía razón. La plaga, no siendo una de las diez bíblicas, acabó siendo una catástrofe.

Los concellos de O Salnés llevan años luchando contra ella, aplicando diferentes y caros tratamientos, pero sin poder frenar la voracidad del coleóptero cuyas larvas crean galerías y cavidades que acaban secando el árbol y provocando un serio riesgo para los viandantes por la caída de ramas. De hecho, muchos han jubilado sus ejemplares y ahora le toca al turno a las emblemáticas del paseo marítimo de Cambados. 


Sus sustitutas, de tipo washingtonia y al parecer más resistentes al insecto, convivirán con los originales que aún resisten 



La treintena de palmeras de la especie canaria fueron plantadas en torno a 1970 –año arriba, año abajo–, en la etapa del alcalde Joaquín Fole. El Concello tiene en su poder unas bonitas fotografías aéreas donde se pueden ver casi recién plantadas y de un tiempo después, ya con cierto porte. Tras medio siglo al servicio de la sombra de los paseantes, un total de 15, que están muertas o son insalvables, tienen los días contados. Portos de Galicia inició ayer los trabajos de tala y retirada de los tocones en una actuación que costará 18.000 euros y durará una semana.

La iniciativa forma parte del acuerdo alcanzado con el Concello, que estaba asumiendo la factura de 17.000 euros anuales en una lucha que ha resultado cara y estéril porque además, las particulares no tratadas, que son bastantes, actúan de reservorio. Y como son de su titularidad, le pedía participación económica. Ante esto y el coste ambiental por el uso de tratamientos, el ente público rechazó esa opción, pero como son parte ya del entramado urbano y la aspiración municipal es obtener algún día la titularidad de esos terrenos, el alcalde, Samuel Lago, y el concejal de Urbanismo, Xurxo Charlín, le propusieron compartir gastos, de tal manera que la administración local asume la reposición. Todo esto será gradual, pues seguramente sea preciso eliminar alguna más.

El regidor explicaba hace unos días que cuando el terreno esté listo, los ejemplares cortados se sustituirán por palmeras de tipo washingtonia, originarias de California, más esbeltas y lo más importante, parecen ser más resistentes al fastidioso escarabajo. Ya está mirando precios, pero la unidad podría rondar los 3.000 euros porque las quieren de cierto, no menores de tres metros de altura para ofrecer sombra este mismo verano. 



Otros casos en la comarca


Otros concellos ya ni se han planteado la reposición: Los dos ejemplares que custodiaban la entrada de Ravella (Vilagarcía); más de una docena entre la Avenida da Ponte y otras calles isleñas, y las del Paseo do Cabo (Vilanova) son algunos ejemplos. En la capital del albariño han decidido darle otra oportunidad a la palmera que, aún siendo una especie foránea, ya forma parte del paisaje gallego y constituye una emblemática estampa cambadesa con medio siglo de vida. 

El picudo pone fin a medio siglo al servicio de la de sombra cambadesa

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