“O Salnés es ideal para inspirarse, en 10 días he compuesto más que en tres meses en Madrid”

El rockero cambadés Isi Vaamonde ha vuelto a la tierra del albariño, a su hogar, para iniciar una nueva etapa vital y musical con la preparación de su octavo trabajo discográfico: “Unknow” (Desconocido), que saldrá al mercado en verano. Hasta entonces, los amantes de la vieja escuela del rock podrán disfrutar de un adelanto mañana mismo en el Auditorio da Xuventude. A partir de las 21:30 horas y con entrada gratuita, Vaamonde se subirá al escenario acompañado de músicos amigos y tan jóvenes como Anxo Xesteira, de tan solo 15 años, pero “todo un talento”.

Ha regresado a Cambados tras más de una década viviendo la vida y la música en Madrid. ¿Es un regreso definitivo?
De momento sí. Ya llevo unos meses en Cambados y he estado tocando con el guitarrista de Vilagarcía Nacho Pérez, pero quiero refundar la banda porque el resto de miembros se han quedado en Madrid y estoy en la búsqueda de componentes. En O Salnés hay muy buenos músicos y algunos muy jóvenes, pero con competencia como uno de los  hijos del gaiteiro de Treixadura, Xaquín Xesteira, Anxo, que solo tiene 15 años y colabora desde el acordeón, la percusión y la gaita. En el concierto también estarán Nacho, a la guitarra, y el batería Volker Ledwig que estaba en la Isi Vaamonde Band y viene de Madrid. De hecho, hemos estado ensayando sin él, así que el concierto va a ser un tanto una incógnita porque el batería es fundamental, se necesita a alguien en tierra que ate todo y bueno, a parte porque lo echo de menos, pero vamos mutando, estamos en una fase de crisálida. Al bajo estará Rubén Iglesias, de The Sharknadoos, además la cantante de este grupo, Andrea Area, cantará conmigo una versión de un tema de Lou Reed.

A qué se debe el regreso. Ya dijo una vez que vivir de la música es imposible para la mayoría. ¿Ha sido este el motivo?
La vuelta responde a motivos personales, pero lo cierto es que el panorama sigue como estaba: congelado, es difícil vivir de la música.

Con todo, se le ve contento.
Es que estoy contento de estar aquí porque, por alguna razón, es un lugar muy bueno para inspirarse y crear en cualquier manifestación artística. Casi todo mi repertorio, compuesto por unos 70 temas, fue compuesto en vacaciones. En 10 días aquí cree más temas que en tres meses en Madrid.

¿Y cómo se recompone una banda que ya había encontrado su hueco y su sonido?
Buscando a algunos músicos a los que les guste lo que hago y tengan cierta experiencia. Tanto Rubén como Anxo, por ejemplo, prometen muchísimo, pero aún les falta algo de experiencia, pero talento les sobra.

¿Qué se van a encontrar los asistentes al concierto?
Temas de mi repertorio, que al final, resumen lo que eres, pero también nuevos temas. De hecho, estoy grabando canciones con José Vilas –también me echa una mano con el sonido del concierto– que saldrán bajo el nombre de “Unknow” (Desconocido). Espero que en verano salga este EP que recogerá el sabor de O Salnés, con la intervención de músicos de aquí, donde por ejemplo vuelvo a tocar con Paco Charlín. Será mi octavo trabajo y responde a una nueva etapa en la que ando solo otra vez y en fase de reinvención y como es un cambio, estoy buscando sonidos y he encontrado. Cuando llegué grabé una banda sonora para un cortometraje de Fernando Arenaz que me ha dado otra visión, que los sonidos se pueden rellenar de texturas... Algo así como lo que sucede en el arte pictórico con los abstractismos. “Unknow” tendrá cosas nuevas y raras que no he grabado antes.

Cosas raras, la introducción de la gaita en un concierto... ¿Ha muerto el rock en Isi Vaamonde?
Nunca. Da igual cómo, siempre es rock porque en las letras siempre hay esa rebeldía, sarcasmo, romanticismo.... La gaita aparecerá en el concierto por un tema de un disco anterior,  Christmas song,  con arreglos de Javier Abra. Y para los que no nos conocen, recordará la música de antes, tiene influencias muy claras de la costa este (como Nueva York), pero también de Irlanda e Inglaterra y de ahí esa raíz folck. Se podría decir que se suman ese sonido underground de Lou Reed y la luminosidad o tintes celtas de Van Morrison.