CAMBADOS-Y llegó la jornada más agridulce de la celebración

El domingo de la Festa do Albariño es siempre agridulce. Por un lado, a cualquiera le invade la tristeza de tener que despedir una de las mejores fiestas de España, y por el otro, está la alegría de saber que el “príncipe dorado” de los vinos cuenta con nuevos defensores. Además, en el ámbito de la organización también se empiezan a realizar las primeras valoraciones y, a falta de cifras oficiales, parecen positivas, en cuanto a ventas, promoción y falta de incidencias graves; toda una buena noticia teniendo en cuenta que cada año se esperan a más de 200.000  personas.
Esta, la última jornada, se caracterizó por el paseo institucional del Capítulo Serenísimo hacia el Pazo de Fefiñáns donde tuvo lugar el nombramiento de los nuevos Cabaleiros y Donas. El Gran Mestre, el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, volvió a dirigirse directamente al histórico inmueble, hasta donde llegó el resto de autoridades y miembros de las cofradías amigas. Hasta 29 agrupaciones llegadas de diferentes lugares de España y Portugal se contaban ayer y con productos diferentes, desde el arroz con leche, hasta el Vinho de Carcavelos –hermanado este año con el albariño–, entre otros.
El punto de partida fue la Casa Consistorial donde no faltaron los habituales reproches a los políticos aunque, en esta ocasión, eran palabras inteligibles procedentes de los emigrantes retornados que exigían “justicia e igualdade de dereitos”, también con cantos populares.
Tampoco faltaron los aplausos que se escucharon con más fuerza en momentos concretos, como el desfile de los carros, que el Concello instauró el año pasado, y fue muy bien recibido. Sin embargo, las vacas “marela” y “roxa”, de Vilalonga, y los “bois”, Gallardo y Cabano, ni se inmutaron ante el estruendo, ni siquiera del de los cohetes. Otro tuvo como escenario el Patio de Armas, donde el público dedicó sus palmadas más fuertes a las personalidades que bebieron su primera copa de albariño como Cabaleiros y Donas de un solo trago y por completo, como Marisol Soengas y Jesús Requena.
La belleza la puso la canaria Patricia Rodríguez, que ha sido Miss España en dos ocasiones y en el certamen de Miss Universo logró la mejor posición jamás conseguida por el país en este concurso. Su simpatía le permitió salvar el problema de pronunciación de las equis e incluso se atrevió a dar la enhorabuena en japonés al embajador nipón. Acudió con un bonito vestido negro que junto a los grises y otros colores, siempre oscuros, eran los predominantes en la vestimenta de los galardonados masculinos. Solo el chef con Estrella Michelín Yayo Daporta se atrevió con un traje muy claro y cuando subió al estrado a recoger la Folla de Prata, fue cuando muchos se enteraron de que, en realidad, su nombre es Eduardo.
Entre los invitados también había una delegación de empresarios japoneses y la esposa del embajador Satoru Satoh para acompañar a su esposo en este momento. Al igual que el padre de José Luis Costa Pillado estaba entre el público. El cambadés también recibió muestras de cariño en el desfile.