Juntos, al fin

Pocos dislates políticos se han cometido en España que signifiquen un error tan grande como la salida de Juan Carlos I del territorio español aquel nefasto 3 de agosto del no menos nefasto año 2020. Se oficializó así una ruptura en la Casa del Rey español con difícil parangón en otras monarquías europeas. Ahora, ver juntos en el funeral de Isabel II a los reyes Felipe VI y Letizia con Juan Carlos I y la reina Sofía me produjo, al menos, una sensación de que, tras tanta equivocación, comienzan a repararse las cosas. 
 

Y eso que he expresado varias veces mi opinión en el sentido de que el llamado emérito no debería haber acudido a la abadía de Westminster ni a los otros actos que culminaron las ceremonias fúnebres por la monarca que ya es un mito.
 

Las especulaciones acerca de cómo desde La Zarzuela se trataba de evitar la fotografía del ‘encuentro británico’ entre el padre y el hijo han quedado, así, en nada: se normalizó, vía protocolo de Buckingham, lo que, dentro de la anormalidad del ‘caso emérito’, debía ser tratado con normalidad.
 

Sé, o más bien intuyo, que la presencia de Juan Carlos I en Londres, donde, para colmo, tiene una demanda de la aventurera Corinna, era incómoda para la Casa del Rey, y también para el Gobierno. 
 

Pero obviamente ni se podría ni se debía vetar u obstaculizar esta presencia, porque Juan Carlos I estaba formalmente invitado por ese protocolo británico y porque el ex jefe del Estado español tiene, claro, plena libertad para moverse como y por donde quiera.
 

Confío en que esta imagen de padre e hijo juntos, con doña Letizia y doña Sofía completando el cuadro familiar, signifique el inicio de un tratamiento más normalizado de la incómoda situación que significa el actual estatus de Don Juan Carlos y su creo que bastante extraña presencia en Abu Dhabi. Es urgente que la Monarquía española aborde de manera generosa e imaginativa este caso, resuelto este lunes, ya ven, por Buckingham Palace aunque, claro, solo para la ocasión. Lo demás, quién sonreía más o menos oportunamente y quién miraba a quién y cómo, es crónica para el chisme, quizá divertida, pero secundaria. Lo importante era, es, verlos juntos.

Juntos, al fin

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