Ocasión perdida del PP

Fue el presidente del Gobierno quien impuso la escaleta del debate sobre el estado de la nación. Llevó la iniciativa, marcó el temario y eligió los terrenos de confrontación que más le convenía. Mala noticia para un Partido Popular emergente en las encuestas, que no acertó en su propósito de poner al sanchismo contra las cuerdas.
 

El Gobierno fracturado y “sin alma” (Yolanda Díaz) renació con su anunciado giro a la izquierda. Está por ver si tiene efectos duraderos. Y el PP, como fuerza política alternativa de poder, se quedó a media salida porque en nombre del aspirante, Núñez Feijóo (senador legalmente inhabilitado para intervenir en un pleno del Congreso), la portavoz popular, Cuca Gamarra, no acertó en los contenidos ni supo dar la réplica adecuada al discurso de Pedro Sánchez. Un discurso cargado de ideología y falto de autocrítica. Con una serie de medidas jaleadas por sus socios de la izquierda progresista y plurinacional, cierto, pero de muy difícil cuestionamiento, como las ayudas a los becarios, las viviendas sociales en Madrid, la gratuidad en el transporte público de cercanías y media distancia, o los impuestos excepcionales a los bancos y las grandes compañías energéticas.
 

De hecho, la portavoz del PP ni siquiera cuestionó esas medidas. Se limitó a ignorarlas y ese fue, a mi juicio, su error. Sobre todo cuando el nuevo liderazgo del principal partido de la oposición se había presentado en sociedad con un discurso centrado en el empobrecimiento general de los españoles a causa de la inflación. O sea, las cosas de comer.
 

Finalmente, fue Sánchez quien eligió ese pentagrama para su voluntarista melodía, el que afecta al bolsillo de los españoles, mientras que Cuca Gamarra se extravió en la consabida criminalización de ETA, algo no susceptible de debate porque todos estamos de acuerdo.
 

En resumen, este último debate sobre el estado de nación fue una ocasión perdida por el PP para profundizar en la crisis de credibilidad que afecta a este Gobierno y reflejan todas las encuestas. De hecho, las intervenciones más duras contra Sánchez no fueron del principal partido de la oposición, sino de Gabriel Rufián (ERC) y de Inés Arrimadas (Ciudadanos).
 

Ahora está por ver si la bien calculada contraofensiva política de Sánchez, en clave ideológica, va a traducirse en una remontada de la declinante causa del Gobierno de coalición.
 

No bastará para invertir una tendencia que, en mi opinión, responde a persistentes males de fondo que afectan a la credibilidad del personaje. Me refiero al personalismo y las amistades peligrosas, así como a la buena acogida que la opinión pública ha dado a la llegada de Núñez Feijoo a la presidencia del PP.

Ocasión perdida del PP

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