Imanol Arias: “Aspiro a hacerme invisible y no trascender más”

Imanol Arias: “Aspiro a hacerme invisible y no trascender más”

Hace dos años que cruzó la barrera de los 60, pero sigue tan jovial y frenético como en sus inicios en el cine junto a Pedro Almodóvar o Mario Camus. Ahora, Imanol Arias cuenta a Efe que ha perdido prejuicios y le duelen menos los “palos” de la vida, aunque aspira a ser “invisible” y no “trascender más”.
“Yo he sido actor por derribo, iba derribando mis prejuicios ante la observación, por mimesis. Había una cosa de observar que se perdió. Nuestro anonimato se ha perdido”, dice con voz rotunda el intérprete español en el Teatro Maipo de Buenos Aires, donde protagoniza “La vida a palos”, su nueva obra.
Consciente de su prolífica “mochila” -más de 50 películas, 15 series televisivas y otras tantas obras teatrales-, vuelve ahora a la ciudad que acogió la que hasta este año había sido su última incursión teatral, “Calígula” (1994), en un momento en el que siente una “condición fundamental”.
“Yo no quiero trascender más, aspiro como muchos seres humanos a hacerme invisible en algún momento”, destaca.
Antes, según relata quien desde 2001 encarna a Antonio Alcántara en la popular serie “Cuéntame cómo pasó”, el artista, al estar “menos expuesto”, no había perdido del todo el anonimato.
“Me he pasado largos años de mi vida en los que mi primer herramienta de trabajo era tener el anonimato suficiente. Aunque te conociera la gente, no estaba acostumbrada a meterse en tu vida”, argumenta.
Para Arias esto no es tanto una “intrusión” sino “un modelo de comunicación nuevo” que hace, por ejemplo, que en vez de que alguien te salude, te pida una foto.
“Esa pérdida de anonimato ha hecho que también haya un relajo en cuanto a la trascendencia, antes al no conocerte tanto había una especie de mitificación que perduraba en el tiempo y que siempre me ha parecido exagerada. Además, en los que quedan por detrás tuyo, tus herederos, genera muchos problemas”, subraya.
Nacido en 1956 en Riaño, un pueblo de León que a finales de los 80 fue sepultado bajo un pantano, Imanol creció en el País Vasco, comenzó a estudiar maestría industrial y acabó entregándose al arte dramático y desarrollando una fulgurante carrera.
“A los 20 hay una ansiedad por vivir y descubrir. Hasta las dificultades y las injusticias son mas dañinas a los 20. A los 60 ya has visto muchas cosas, y en general la confrontación es contigo mismo, con quién narices eres tú y cómo te comportas”, agrega.
Es por eso que considera que los “palos” duelen menos a los 62 años que en plena juventud.
“No porque no sean igual de significativos y de fuertes, sino porque ya sabes que tu vida va a ser una vida a palos, lo has aprendido y asumes esa carga de manera más relajada”, cuenta el actor, padre de Jon (1987) y Daniel (2001), fruto de su matrimonio con su exmujer Pastora Vega.
Los comienzos escénicos de Arias fueron en el teatro, y su debut cinematográfico llegó en 1976 con “La Corea”, de Pedro Olea. Después llegaron “Laberinto de pasiones” (1982) y “La flor de mi secreto” (1995), de Almodóvar; “La muerte de Mikel” (1984), de Imanol Uribe; “El Lute: camina o revienta” (1987), de Vicente Aranda, o “Pájaros de papel” (2010), de Emilio Aragón.
Una carrera con la que recala en Buenos Aires para interpretar a Alcayata, un artista que en sus últimos días se reencuentra con el hijo que no ve desde pequeño, con quien desgrana en clave de flamenco, gracias a diversos artistas en escena, las idas y vueltas de su vida.
“Habla de cómo ser padre y artista, de la dificultad, del legado, de lo poco que los hijos conocemos a nuestros padres, que siempre creemos que viven para nosotros y nunca nos preguntamos el verdadero sentido de su vida”, argumenta.
Una obra, legado de su amigo Pedro Atianza, fallecido en 2014, en la que percibe muchas cosas del propio Imanol. Tanto, que Jon, también actor, estuvo a punto de convertirse también en hijo en la ficción -papel que finalmente interpreta Aitor Luna-, aunque le salió otro proyecto y los planes cambiaron.
Sobre cuánto ha tenido que sacrificar su vida personal entre largos viajes y compromisos, Imanol es tajante.
“Ya lo he ido asumiendo, pero esa ha sido parte de la duda sobre si lo que estás haciendo es correcto o no en tu vida. Tengo dos hijos muy separados uno de otro. El primero viajaba con nosotros a todas partes (...) El pequeño, sin embargo, su madre decidió que se iba a dedicar a él y no viajó tanto”, recuerda.
Tras su paso por Argentina, reanudará las funciones en España y luego seguirá alternando nuevos proyectos con su traje de Antonio Alcántara, con el que, al menos durante dos años más, continuará formando parte de la familia de todos.

Imanol Arias: “Aspiro a hacerme invisible y no trascender más”

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