Agua que sabe a gloria en Vilagarcía

Agua que sabe a gloria en Vilagarcía
La zona húmeda tuvo actividad frenética hasta bien entrada la tarde con miles de litros refrescando a la gente que asistió a la Festa da Auga | carlos pérez

No fue de las ediciones más multitudinarias, pero eso no empañó en absoluto la identidad de la celebración. La Festa da Auga volvió a acoger a miles de personas en pleno centro urbano para combatir las altas temperaturas a base de manguerazos, cubos y baldes de todo tipo. Los vilagarcianos llevaban exactamente 365 días esperando por un evento que se ha ganado a pulso el reconocimiento de Interés Turístico Nacional. Y subiendo. La capital arousana madrugó después de una noche intensa con actividad en diferentes localizaciones: la playa de A Concha-Compostela, la explanada TIR y espacios más céntricos como O Castro o la calle Méndez Núñez.
La ciudad madrugó con un sol tapado en ocasiones con nubes, pero con una temperatura de lujo que hacía aventurar que la fiesta daría mucho de sí. Y no defraudó. Con una puntualidad británica la imagen de San Roque salió de la iglesia parroquial a las doce menos cuarto del mediodía. Lo hacía protegido por “Os Ingleses” y al son del pasodoble “Triunfo”, que los vilagarcianos ya han asumido como propio. La procesión, con motivo de la nueva fisionomía de la Praza de Galicia, se quedó excesivamente corta. Cuando la imagen de San Roque estaban llegando a la capilla había gente todavía saliendo de la parroquial. Papeles de colores y globos, y algún manguerazo despistado, hicieron de telón de fondo en el viaje del santo hacia su capilla. Allí, subidas a una grúa como marca la tradición, las componentes del colectivo feminista “O Soño de Lilith”, fueron las encargadas de lanzar a la multitud un pregón marcado por palabras como la “igualdade” y el “respecto”. Tras él, la apoteosis total. 
El agua supo a gloria ayer para refrescar un ambiente cálido propio de los mejores meses de agosto y la música y la diversión se distribuyó por toda la conocida “zona húmida”. Y, en algunos momentos, también más allá. Eso sí, aparte de las ingentes cantidades de basura que los servicios municipales tuvieron que recoger después de la “noche más larga” de la capital arousana, la Festa da Auga se solventó sin incidencias destacables. Tras la efervescencia llegó la calma a Vilagarcía al filo de las cuatro de la tarde. La ciudad no se despertó hasta bien pasadas las ocho y media y en las calles solo se escuchaba el trabajo de aquellos operarios que buscaban dejar lo más impoluta posible la ciudad. Y es que, debido a la gran cantidad de gente que se acerca a la ciudad en la noche del 15 y en el Auga, esta tardará todavía unos días en recuperar la normalidad. Las fiestas todavía no han terminado y aún queda mucho por disfrutar en Vilagarcía. l

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