Amarcarril, la reivindicación de un trabajo centenario con nombre de mujer

Amarcarril, la reivindicación de  un trabajo centenario con nombre de mujer
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Tras una instantánea de la fotógrafa estadounidense Mathilda Anderson en la que se ve una mujer mariscando en el Camiño do Carro está la Asociación Amarcarril. Rita Vidal, Inma Otero y Pupe Jueguen son el alma, los ojos y las manos de un colectivo que desde hace ya dos años enseña al mundo la dureza del trabajo que desempeñan cada día y, al mismo tiempo, venden Carril desde el punto de vista turístico. “La idea surgió a raíz de que cuando estábamos haciendo nuestro trabajo se nos acercaban preguntando curiosidades. Fue cuando decidimos hacer algo para dar a conocer nuestro oficio a aquellos que pudiese interesarles”. 

Al principio las tres mariscadoras acudían únicamente a los colegios para explicar en las aulas qué era y qué implicaba este oficio centenario. “Vimos que funcionaba y, un poco tiempo después, decidimos darnos de alta como asociación y abrir el abanico”. Al dar el salto constituyéndose como colectivo el teléfono de Amarcarril no dejó de sonar. A la vez que seguían con las charlas también ofrecían al público la posibilidad de conocer su oficio a través de talleres prácticos también se formaban en inclusión, en nuevas tecnologías, en turismo y en guías de parques nacionales. “Fuimos poco a poco. Trabajamos con colegios, con asociaciones y con colectivos como BATA o la ONCE. Los talleres inclusivos nos han dado una satisfacción tremenda”, reconocen las tres fundadoras de Amarcarril.

¿Cómo son los talleres?
Lo cierto es que participar en uno de los talleres del colectivo es toda una experiencia. Duran alrededor de hora y media e incluyen una parte teórica y otra fundamentalmente práctica en los propios parques de cultivo. ¿Qué se aprende? Pues cuestiones básicas como distinguir una almeja de un berberecho u otras como a utilizar el aparejo idóneo para extraer vida de la arena. “Además existe también la posibilidad de hacer el taller con la ruta y, a mayores, una degustación que siempre hacemos por locales hosteleros de la zona y de forma rotativa, para que la ganancia quede en el pueblo”.

En estos dos años las ideas de esta tríada de Amarcarril no han dejado de fluir y, de hecho, han incorporado una amplia red de colaboradores para aderezar con más actividad los talleres que ofrecen en la playa. “Alguna gente que viene a hacer el taller viene de lugares alejados y a propósito. Por eso muchas veces nos piden que les digamos qué más pueden hacer”, señalan. Bodegas, depuradoras u otras posibilidades son algunas de las respuestas que ofrecen desde la asociación.

La realidad es que el nombre de Amarcarril, mucho gracias a la ayuda de las nuevas tecnologías y de los perfiles que tienen en las redes sociales, ha llegado más allá de las fronteras vilagarcianas. “Hemos tenido gente en los talleres de Dinamarca, de Sudáfrica, Erasmus llegados desde Croacia... de toda España”. En total, recuerdan, más de mil personas. “Ahora estamos realizando un registro de visitas, al principio no lo hacíamos por eso no sabemos el número exacto, pero son muchísimos”. Lo más curioso es que incluso gente de la propia localidad “se ha interesado por los talleres. Nos decían que nos veían trabajar en la playa, pero que no sabían exactamente cómo era nuestro oficio”.

Seguir creciendo
Entre los retos a corto y medio plazo de Amarcarril está el de seguir formándose y, sobre todo, seguir creciendo. “No lo hacemos por dinero, de hecho todo lo recaudado revierte en la asociación. Lo hacemos porque nos gusta divulgar nuestro trabajo”, apuntan. Este objetivo es, precisamente, el que ha dado lugar al nacimiento de su mascota “Marisquiña”, diseñada por el carrilexo Chipi. “Va a ser la narradora de guías didácticas que servirán a los más pequeños para conocer nuestro trabajo. La vamos a presentar en breve en Madrid”, explican. Y es que hacer nacer a Amarcarril les ha abierto a estas tres carrilexas la posibilidad de viajar para estar presentes en charlas, en simposiums e incluso en el Parlamento Europeo en cuestión de unos meses. “Nos encanta”, reconocen. Otro de sus retos es defender “el papel de la mujer en el mar, visibilizarlo”. De ahí que también estén presentes en ponencias de igualdad en diferentes puntos de España. “El papel de la mujer en el mar ha cambiado. Antes eran recolectoras y ahora son cultivadoras. Es importante dejar clara la diferencia”, apuntan. ¿Qué es lo que más sorprende a los participantes de las visitas? “Pues su dureza, dicen que nunca más se van a quejar del precio del marisco”. Y es que una cosa es verlo y otra praticarlo.

Amarcarril, la reivindicación de un trabajo centenario con nombre de mujer

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