Baño de diversión a golpe de manguera

Baño de diversión a golpe de manguera
Miles de personas volvieron a abarrotar Vilagarcía para disfrutar de la fiesta más grande del año gonzalo salgado

San Roque es mucho San Roque y en Vilagarcía es algo que llevan interiorizado desde hace muchísimos años. Pese a que el sol no se atrevió a salir hasta bien entrada la tarde nadie en la capital arousana se quedó en casa para empaparse una vez más con la gran Festa da Auga. Miles de litros de agua, arrojados no solo desde los camiones de bomberos, sino también desde las ventanas y terrazas de los edificios, empaparon a todos aquellos que eligieron la capital arousana una vez más para pasárselo bien.
La Festa da Auga de este año fue menos multitudinaria que en ediciones pasadas como ya se dejó entrever la noche previa con menos visitantes que de costumbre, aunque suficientes para abarrotar cada calle y cada esquina. Los que aguantaron el “reenganche” se unieron a los que prefieren disfrutar de la gran fiesta líquida en familia y por la mañana.
Al filo del mediodía se abrían las puertas de la iglesia parroquial en cuyo entorno se habían agolpado desde las once de la mañana miles de almas. El pasodoble Triunfo fue el que hizo bailar, como marca la tradición, a San Roque y a todos los fieles que lo acompañaron en todo el recorrido hasta la capilla que lleva su nombre. Algunos ya se habían adelantado con el agua y llegaron al barrio de San Roque totalmente mojados y pidiendo más y más agua.
Allí, frente a la capilla, esperaba el gran Leo Bassi subido a la grúa gigante y agasajando a todos los presentes con su gran pato gigante llegado directamente de “Patolandia” y que lo acompaña en espectáculos por escenarios del mundo entero. “En esta vida lo que está bien es hacer cosas inútiles, como lanzarse agua unos a otros”, señalaba el clown más irreverente del momento. Fue el precisamente el encargado de lanzar el primer cubo que desató la locura desde el barrio de San Roque hasta la Praza de Galicia y calles aledañas donde la guerra líquida ya había empezado minutos antes.
Nadie, absolutamente nadie, en la Zona Húmida se quedó seco. A la cita no faltaron los incondicionales, aquellos que lucen la camiseta de las peñas desde que nació la fiesta de forma espontánea hace más de tres décadas. Es esa espontaneidad su principal garantía de éxito, año tras año y sea cual sea la climatología.
Y es que la fiesta, una vez más, se montó tanto en la calle como en las ventanas y balcones de aquellos que tienen vivienda en la denominada Zona Húmida. Globos de agua, mangueras, cubos, barreños e incluso cacerolas se convirtieron en las armas perfectas para una batalla en la que unos dan y otros reciben. El “aquí no llega”, lema indiscutible de esta fiesta de Interés Turístico Nacional, se repitió hasta la saciedad y miles de gargantas pedían a gritos que saciasen su sed de diversión.
Los disfraces más variopintos, la mayoría relacionados con temáticas marinas, salieron del armario para dar el toque de color a una marea humana que ya venía pintada por las numerosas camisetas de peñas.
Las temperaturas fueron un poco más bajas que en años anteriores, de ahí que al filo de la una y media de la tarde los primeros fiesteros ya se fuesen retirando. Algunos por la tarde todavía seguían la fiesta en los puntos más destacados de la “movida” marcando un fin de celebración como siempre ha merecido San Roque en Vilagarcía.
El silencio llegó en torno a las ocho de la tarde cuando la diversión y el desfase se transformó en devoción. San Roque abandonaba su disfraz más lúdico para la tradicional procesión que lo trasladaba de su capilla a, de nuevo, la iglesia parroquial.
Los vilagarcianos más fiesteros, aquellos que aman el Auga por encima de todas las celebraciones, empezaron ya a tachar los días que faltan en el calendario para la Festa de 2017. Ya queda menos, la diversión siempre regresa con más fuerza.

Baño de diversión a golpe de manguera

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