El concejal díscolo de EU se alía con PSOE y BNG para aprobar el Presupuesto

Once votos. Ese era el objetivo marcado por el gobierno socialista para poder sacar adelante el Presupuesto. La tensión se palpaba en Ravella desde minutos antes del inicio de la sesión. Las miradas apuntaban hacia el banquillo de la izquierda y, concretamente, hacia el edil díscolo de EU Miguel Alves. Fue el último en tomar asiento en su escaño, cada vez más alejado de su aún compañera de partido, María Mosquera. Todas las formaciones llegaron al Pleno con el voto anunciado. El BNG a favor y el resto en contra. Solo Alves mantenía la incógnita hasta el final. En el grupo de gobierno, caras tranquilas.

Las cartas empezaron a desvelarse pronto. Los ediles del gobierno, del BNG y el propio Alves votaban a favor de la modificación de crédito que permitirá insuflar más de 200.000 euros al capítulo de inversiones. Era ya una advertencia clara de lo que estaba por llegar.

La encargada de presentar el informe económico más importante del año fue la edil de Facenda, Luz Abalo. Definió el Presupuesto como “muy social y basado en las personas” y argumentó la petición de un crédito de 1,2 millones para poder ejecutar los Feder en que “se está demostrando que este gobierno lo está haciendo bien económicamente y que se están cumpliendo los parámetros marcados en el Plan de Ajuste”.
Fue Gaspar González, de Somos Maioría, el primero en intervenir. Ratificó su voto en contra con críticas a las formas empleadas por el gobierno. “Tivemos falta de información, non foron uns orzamentos participativos e houbo discriminación entre uns grupos e outros”, explicó González. Unos argumentos similares a los esgrimidos por el portavoz de EU, Jesús López, que acusó directamente al alcalde de “non ter respecto nin o máis mínimo decoro polas portavocías dos grupos”, en referencia a las negociaciones de los socialistas con Miguel Alves y sus partidarios en la formación izquierdista. “Acúsannos de presentar imposibles, cando o que fixemos é incorporar os acordos plenarios que contaron co respaldo da Corporación”, replicó López.

Mientras que la intervención del nacionalista Xabier Ríos se limitó a aplaudir que el gobierno incorporase sus propuestas en el documento, la tensión fue en aumento cuando el popular Tomás Fole, tomó la palabra. Acusó a los socialistas de gobernar “tal cual choqueirada” y repartió los calificativos de “tránsfuga” tanto a Alves como al propio alcalde. Utilizó Fole metáforas carnavalescas, acordes a la época, y acusó al gobierno de ejercer el “oscurantismo”. Sus palabras levantaron la ira de la portavoz, Tania García, que lo acusó de usar el “insulto, porque non ten argumentos” e, inesperadamente, de Miguel Alves que pidió al alcalde una intervención “por alusiones”.

Empleó sus minutos no para justificar su voto al Presupuesto, sino para cargar fundamentalmente contra el portavoz del PP. “Señor Fole, vostede que está acostumado a comprar maiorías debería coñecer ben o significado da palabra tránsfuga”, incidió al mismo tiempo que animó al conservador a “se non está dacordo co Pacto de Cidade, rómpao, que eses euros ben nos valen para servizos sociais ou para o emprego”. A mayores lo acusó de “ser o culpable da reforma laboral que me levou ao paro e que desahucia xente” y en el medio se le coló un “estou ata os huevos” y un “non me quero quentar de máis”, poco acordes para el máximo órgano de representación ciudadana.

El alcalde, último en comparecer, zanjó el debate reseñando que “este goberno sempre vai ter a man tendida para quen queira falar” y con dardos para las formaciones que habían anunciado ya su “no” al documento. En el turno de votaciones, y tras haberse incluido una batería de propuestas planteadas por Alves y aún desconocidas por los otros grupos, tal y como reseñó Fole.

En el turno de votaciones el PSOE, BNG y el díscolo de EU votaron al unísono.