Cuca, a cal y canto un año después del ERE

Cuca, a cal y canto un año después del ERE
Las trabajadoras de Cuca en la asamblea en las que se les dio a conocer el inminente ERE g. salgado

Se cumplían 37 años de la aprobación de la Constitución que en su artículo 35 recoge que “todos los españoles tienen derecho a un trabajo”. Sin embargo, las operarias de Conservas Cuca nada tenían que celebrar. El grupo vasco Garavilla aprovechaba el festivo para hacer un anuncio fatal: Un Expediente de Regulación de Emprego que significaba el cierre de una fábrica con ocho décadas de historia y el traslado del personal a las instalaciones de O Grove.
Comenzó entonces una lucha en la que el mensaje quedó meridianamente claro desde el primer momento. Además del conflicto laboral que se abría con una plantilla formada en su mayoría por mujeres que llevaban media vida entregadas a la marca, Vilagarcía no podía permitirse el lujo de perder otra fábrica.
La sociedad arousana captó enseguida la gravedad de un asunto que suponía condenar a la ciudad a la desindustrialización definitiva. Y así fue. Hubo concentraciones. Sonaron las campanas. Hubo juicios y sentencias favorables. Pero Conservas Cuca, o la fábrica de “los de Pita”, como siempre se la conoció, permanece cerrada a cal y canto doce meses después.
La primera concentración se produjo precisamente en las puertas en las que, durante meses, harían guardias las trabajadoras. Unas semanas después más de un millar de personas recorrían las calles de Vilagarcía pidiendo el mantenimiento de la fábrica y todos los puestos de trabajo No fue la última movilización pero no sirvió para ablandar a un grupo empresarial que en todo momento insistió en que la medida respondía a motivos de producción al quedarse obsoletas las isntalaciones de Vilaxoán.
Así las cosas, la empresa comenzó el traslado de la maquinaria a las instalaciones mecas al  mismo  tiempo que se daban a conocer la existencia de unas ayudas que impedirían que ese material saliese de Cuca. Las trabajadoras comenzaron las guardias nocturnas destinadas a impedir dichos movimientos.
Fueron varios los encontronazos que mantuvieron patronal y plantilla, con un polémico despligue policial incluido, hasta que a mediados de mayo Garavilla trasladaba a O Grove a las trs delegadas del comité de empresa y daban por concluídas las guardias. Antes de eso, las operarias realizaron un emotivo acto de despedida en Vilaxoán al que asistieron un buen número de vecinos y Manolo Diz, el panadero que les llevó empanadas y bollos para alimentar su lucha.

sentencia favorable
Eran mediados de mayo cuando el “No nos moverán” cerraba las puertas de Cuca y un mes después una sentencia traía de nuevo esperanza a Vilaxoán. El Juzgado de lo Social emitía un fallo favorable a las trabajadoras en la que se declaraba nulo el ERE y por tanto el traslado.
Comenzaban entonces a llegar los palos para un grupo que hasta aquel momento había mantenido un contacto fluído con las administraciones. Tomás Fole, se reunía con Garavilla el 4 de julio para instarles a reabrir la nave Vilaxoán y tras haber adquirido dicho compromiso en un Pleno tenso en el que tuvo que escuchar duros y sentidos reproches de las trabajadoras. Siete días después era la Consellería do Mar la que anunciaba la apertura de un expediente para investigar el traslado de la maquinaria. El 12 de julio una cadena humana, a la que se unieron por primera vez el regidor y buena parte del equipo de gobierno y otra buena noticia hacía estallar el júbilo: La juez rechazaba el recurso al requerimiento presentado por Garavilla, que en teoría se veía obligada a hacer la mudanza a la inversa. En teoría. En la práctica, sigue ganando.

Cuca, a cal y canto un año después del ERE

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