La directiva del Liceo dimite y la entidad firma su defunción tras un siglo de vida

La directiva del Liceo dimite y la entidad firma su defunción tras un siglo de vida
La sangría de socios de los últimos años se evidencia en la escasa presencia de los mismos en las asambleas | gonzalo salgado

La asamblea anual del Liceo sirvió ayer para certificar la defunción de una entidad que lleva viva más de un siglo y culminar así años de agonía y de sangría tanto en lo económico como en lo social. La directiva de la entidad, con Antonio Castro a la cabeza, presentó su dimisión en bloque después de exponer ante los 14 socios que asistieron a la reunión la dramática situación por la que atraviesa el Liceo. Esa agonía es manifiesta en la pérdida continua de socios, paulatina y más acelerada en los últimos años. “A día de hoy tenemos sobre 170 asociados”, aclaraba Antonio Castro a los presentes. Las malas cifras también están en el apartado económico. De hecho la entidad liceística cerró 2017 con pérdidas de 98.937 euros. “No estamos al día en los pagos ni con los empleados, ni con Fenosa ni con muchos otros proveedores”, reconocía Castro.

De hecho, como así se constató en el marco de la asamblea, los trabajadores llevan sin cobrar desde enero y la mayoría están de baja.

Panorama desalentador
El pesimismo reinaba tanto en los miembros de la directiva saliente como en los pocos socios que acudieron a la convocatoria. “Esto tiene que morir. Lo estamos aguantando como a un moribundo que pide aire y ya no tiene sentido”, replicaba uno de los socios desde las butacas. Una apreciación a la que el propio Antonio Castro replicó con un “si la mayoría decide de cerrar, se cierra”. Eso sí, será ya con otras personas al frente.

De hecho tras la dimisión de la junta directiva se abre ahora un período de unos 20 o 25 días para que cualquier socio pueda presentar su candidatura. Una opción que parece poco probable teniendo en cuenta los ánimos que se respiraban entre los asociados. Si nadie se presenta para dirigir la entidad se nombrará a una Junta Gestora. Antonio Castro puso sobre la mesa la que, a su juicio, sería la “mejor opción para poder hacer algo”, que es dejar la sociedad en manos de un administrador concursal que gestionase todas sus cuentas y priorizase el pago de las deudas a los trabajadores.

Opciones de venta
Antonio Castro desveló también que hace tan solo unos meses que se enteró de que la sede de la calle Castelao no fue escriturada cuando se firmó la fusión entre el Liceo, el Casino y el Club de Mar. “Resulta que no aparece dentro de la bolsa de bienes que se configuró en su momento”, manifestó el ya expresidente.


Ello, apuntaba Castro, implica que “esta sede no está embargada” y que “yo creo que se podría vender, pero habría que consultarlo con abogados, porque yo no soy jurista”. E, insistió una vez más, “sería algo que tendrían que hacer desde la nueva directiva o desde la Gestora, porque nosotros nos vamos”.


La cuestión, como planteban los socios presentes, es si existen compradores interesados en adquirir las céntricas instalaciones de Castelao.

Recriminaciones
La asamblea no estuvo exenta de recriminaciones a la gestión de Antonio Castro al frente de la entidad liceística. “Esta asamblea la tendrías que haber convocado hace meses y si la cosa estaba tal mal y va a peor ya tendríamos que haber tomado la decisión de cerrar todo hace un año”, apuntaban desde las butacas.

Una decisión que no se adoptó, según Castro, porque había “opciones reales” de llevar a cabo el macro proyecto lúdico y deportivo de Comboa. “Tengo testigos, con nombres y apellidos, y empresarios que se sentaron conmigo interesados por el tema, pero si no quieren poner el dinero no les voy a poner una pistola en el pecho”. Es más, advirtió que “el proyecto era bueno y era la única opción de poder recuperar socios, dado que para que esta entidad sea viable harían falta entre 1.500 y 1.800”. Un escenario utópico para la entidad a día de hoy.

La defunción de la entidad se firmó ayer a nivel social, la parte burocrática aún va para largo.

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