La Festa das Uvas bate récords en su edición más multitudinaria y confusa

Vilagarcía celebró la Festa das Uvas más multitudinaria de la historia más reciente de la ciudad. Miles de personas asistieron al evento para dar la bienvenida a 2019 por adelantado en una edición muy especial porque la cita cumplió 20 años de existencia. Tal fue el éxito que los más de 300 kilos dispuestos por la Concellería de Cultura se agotaron a las doce menos cuarto y muchos asistentes tuvieron que acopiarse de chucherías en tiendas cercanas a Ravella para tener algo que echarse a la boca cuando sonaran las campanadas. Se veía venir. Ya a las 11 de la mañana, la ciudad era un hervidero con gente realizando últimas compras y acudiendo al mercadillo extraordinario. 

Quien se perdió la cita fue porque quiso porque este año, por primera vez, se emitió en streaming en las redes sociales Facebook e Instagram y con la presencia de dos reporteros destacando los mejores momentos, que fueron muchos. También hubo eso que llaman “cosas del directo” y así lo dijo el propio speaker para calificar el error sufrido en la cuenta atrás. Una confusión con los cuartos y las campanadas provocó que a los asistentes les sobraran cuatro uvas y, tras un silencio sepulcral, llegó el remedio e invitó a todos a realizar una cuenta atrás para acabarlas. 
Tras la toma tuvo lugar la performance de Pablo Méndez que maravilló a los presentes con juegos acrobáticos inspirados en Julio Verne, pero algunos no pudieron disfrutarlos al completo porque era tal el gentío que no se podía tomar perspectiva y evitar las vallas publicitarias que se encontraban delante de los artistas.  Después sonaron temas míticos que animaron el ambiente, ya de por sí alegre y divertido. Y es que a pesar de la confusión, el público vivió una nueva edición de la Festa das Uvas con mucha ilusión y ganas de disfrutar el momento. 

También Sanxenxo y Cambados despidieron el 2018 y dieron la bienvenida al nuevo año con sendos actos. El Concellos y los comerciantes de Zona Centro repartieron uvas, lacasitos y espumosos en la capital del albariño, mientras que en la villa de Silgar, cada asistente hizo su aportación y quemó calendarios con O Cubreiro y el Ayuntamiento.