Jubilación: ¿Es aconsejable ahorrar para ella?

Jubilación: ¿Es aconsejable ahorrar para ella?
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Es sabido que nuestra esperanza de vida ha aumentado, de hecho existe quién se ha atrevido incluso a cuantificarla, como es el caso del economista José Antonio Herce “cada 24 horas se ganan cinco horas de esperanza de vida”. 
En su reciente estudio, la OCDE aconseja que se adecue la edad de jubilación a la esperanza de vida, por lo tanto que se coticen más años para acceder a la pensión completa, calcular la pensión con un período mayor de cotización e incentivar la compatibilización del trabajo con el cobro de la pensión. Insisten en que el porcentaje que supone la pensión respecto al último salario, en carreras profesionales completas, está por encima de la media de la OCDE (que agrupa nada más y nada menos que a las 37 principales economías del mundo).


La tendencia del mercado laboral y la disminución de la natalidad manifiestan un desequilibrio y debilidad en el Sistema de la Seguridad Social, lo que eleva el ratio entre pensionistas y cotizantes a la Seguridad Social. En este escenario de dudas crecientes sobre las cuantías de pensiones que recibiremos tanto trabajadores por cuenta ajena como por cuenta propia, junto con el clima de opinión que ha favorecido el Estado con su negativa de comunicar al contribuyente la situación real de su pensión en el futuro, vamos siendo más conscientes de que tenemos que realizar un plan de ahorro que complemente nuestras pensiones públicas en un futuro. Pese a los sucesos, España al contrario que en el resto de Europa, está entre los 13 países más grandes de la UE, en el que menos se invierte en programas para mejorar la jubilación, tendencia totalmente contraria a Holanda, país en el que estos productos representan el 73% del ahorro financiero de las familias; en ello puede tener mucho que ver la baja rentabilidad que presentan en la actualidad este tipo de productos, junto con la mínima capacidad de ahorro de las familias españolas.


 Un plan de ahorro privado a largo plazo puede traducirse en un plan de pensiones o en un sistema de previsión de otra índole. Si es posible, se debería plantear antes de llegar a los 50 o 55 años, preferiblemente entre 30 o 35.

El plan de pensiones es un derecho encaminado a percibir rentas o capitales por jubilación, supervivencia, viudedad, orfandad, desempleo de larga duración o invalidez (según la contingencia que se atienda). Esto implica contribuir durante un determinado período de tiempo. Desde enero de 2015, se permite el rescate una vez pasen 10 años (antes, había que esperar hasta la jubilación o que tuviese lugar la contingencia cubierta para poder rescatarlos). De media los planes de pensiones presentan una comisión de gestión elevada. Ello junto con su bajo tipo de interés, lleva a que a su rentabilidad le resulte difícil batir la inflación. Esto es reconocido hasta por el sector bancario. Era y es utilizado como un instrumento para reducir la factura fiscal en el Impuesto sobre la Renta, por las ventajas fiscales que presenta, reducciones del 30 por ciento de la suma de los rendimientos netos de trabajo y de actividades económicas o la cuantía de 8.000 euros (límite de la suma anual que los contribuyentes se pueden desgravar). Además  de otros 2.500 euros adicionales si el contribuyente aporta al plan de pensiones de su cónyuge, siempre y cuando este no obtenga rendimientos de trabajo y de actividades que alcancen los 8.000 euros. En los casos en los que pueda acreditarse una minusvalía psíquica superior al 33% y física superior al 65%, se eleva el máximo  de aportación hasta 24.250 euros. Aunque estas medidas pueden resultar atractivas en un principio, sí es cierto  que en el momento en el que se rescata el plan existe una cierta penalización por parte de Hacienda, por lo que se podría ver como un aplazamiento fiscal, es decir, se pagará en el futuro lo que se ha ahorrado en impuestos en el presente. ¿Qué se debería hacer desde el Estado para potenciar y hacer más atractivos estos productos? Lo primero, recuperar su fiscalidad inicial, ya que  siguen tributando como rendimientos de trabajo al margen de cómo se rescaten. Se debería mejorar también la información sobre el sistema público, puesto que existe un desconocimiento de las personas sobre cuál va a ser su situación al jubilarse, creyendo que la pensión pública es invulnerable y creciente. En Suecia, por ejemplo, se da información anual al ciudadano sobre la pensión que va a cobrar. 


Existen otras elecciones en productos  financieros que aseguran un complemento a nuestras pensiones. Un producto interesante son los seguros de vida-ahorro individual, dentro de los denominados Planes de Previsión Asegurados. Ofrecen la participación en beneficios y un tratamiento fiscal de un plan de pensiones, asegurando la recuperación total del ahorro más la rentabilidad (este extremo no lo garantizan en un plan de pensiones, que puede llegar a no proporcionar beneficio alguno al partícipe).
Una elección puede ser La Renta Vitalicia Inmobiliaria, es un contrato mediante el cual las personas mayores de 70 años perciben una renta durante el resto de su vida a cambio del traspaso de la propiedad de sus viviendas, pero manteniendo el uso y disfrute durante el resto de su vida.
Otra opción es la hipoteca inversa,  que permite al cliente disponer de parte del valor de su vivienda utilizando esta como garantía. Estas cantidades se pueden percibir en forma de importe único, en forma de mensualidad o una combinación de ambas, los intereses se acumulan a las cantidades recibidas, generando una deuda que se amortiza al fallecimiento o cuando el cliente decida. Al ser una disposición (préstamo), se percibe una cuantía que no tributa. Cuenta con ventajas en la formalización (aranceles registrales y notariales).


En definitiva, deberíamos cambiar la actitud y tener curiosidad por la situación real de nuestro futuro, habituarnos a observar  y analizar las rentabilidades  y beneficios de este tipo de productos financieros;  escoger la mejor opción teniendo en cuenta nuestras necesidades y situación, no dejándonos llevar  únicamente por las ofertas comerciales de las entidades financieras o lo que nos aconseje el director de la oficina. 
*Noelia Puceiro es la directora de INTER Asesorí

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