Un recuerdo para los que dieron “lo mejor”

Un recuerdo para los que dieron “lo mejor”
Los jubilados del Grupo 43 en el monumento que recuerda a los aviadores caídos gonzalo salgado

“Se les reconocía bien, por la complexión y porque las caras se habían salvado”. Rafael Fernández iba en el hidroavión pareja del que se estrelló en Xiabre. Pasaron algo más de cuarenta años pero el recuerdo sigue vivo. Tan vivo como los que recuerdan. Por ello ayer los miembros del Grupo 43 ya retirados celebraron un encuentro en el monolito que rinde homenaje a José Luis Herraiz, José Cachafeiro y José Pérez, los tres militares que perdieron la vida cuando apagaban un incendio en Xiabre, en 1976.

Fernández fue el último en hablar con Herraiz, que pilotaba el hidroavión caído. Ambas aeronaves se dirigían a apagar un incendio en Cuntis cuando vieron humo en Guillán.

“Le doy una carga y voy para allá, que parece que es poca cosa”, le dijo Herraiz. Pero cuando Fernández regresó de Cuntis vio una intensa humareda negra. Llamó al hidroavión y no hubo respuesta. Llamó entonces a la torre de Santiago y allí recibió la mala noticia.

“Me dijeron que el avión se había estrellado”. La cara buena de la catástrofe se la encontró en los vecinos. “El pueblo de Guillán se portó muy bien”, comenta el capitán, que ya estuvo presente en el homenaje que se le hizo en septiembre a los tres fallecidos.

Ayer estaba acompañado por el resto de miembros de la unidad. Ninguno de ellos está en activo, pero todos mantienen muy viva la memoria “de los que dieron lo mejor que tenían, que era su vida”, así lo explica Gonzalo Ramos, teniente general en la reserva, que en el momento de los hechos era comandante.

“Casi la mitad de los que estamos aquí ya estábamos entonces en la unidad”, comenta justo después de hacerse una foto de grupo junto al monolito que imita las alas del hidroavión caído.

Aquel fue la primera tragedia del Grupo 43. La unidad de Santiago, a la que pertenecía Herraiz, Cachafeiro y Pérez, fue una de las primeras en ponerse en marcha, hace 46 años. Contaba con dos hidroaviones, seis pilotos y diez mecánicos.

Ramos recuerda con nostalgia como se sintió “cautivado” por el vuelo de aquellos hidroaviones, aunque confiesa que el verdadero motor de los miembros del Grupo 43 era el de “defender la riqueza forestal de Galicia”. De hecho, los presentes en el acto se mostraron molestos por el estado del monte en la zona del monolito. “Así se producen los incendios”, comentaba uno de ellos.

La huella de sus compañeros es, para todos, un “recuerdo imborrable” . Por ello, ayer decidieron juntarse para recordar “a los que dieron lo mejor que tenían, que era su vida”, recuerda Ramos.

La jornada comenzó con una visita a la exposición sobre la tragedia que se puede ver en la casa de cultura de Guillán. Después se trasladaron al monumento y, finalmente, a la zona donde se estrelló el hidroavión y perdieron la vida sus compañeros.

Un recuerdo para los que dieron “lo mejor”

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