Reportaje | Medio siglo de amor frente a inclemencias

Reportaje | Medio siglo de amor frente a inclemencias
El matrimonio dándose el beso de rigor tras la celebración | A. caeiro

Eran las cinco de la tarde. El frío y la humedad calaban hasta los huesos. Casi igual que en aquel 27 de diciembre de 1970, en el que Vilagarcía amaneció nevada. Ante la inusual estampa blanca unieron sus vidas Casilda Vila y José Carlos Daponte. Cincuenta años más tarde, dos hijas (Nuria y Goreti), dos nietos, una pandemia, kilos de sentimientos y una cuarentena, son muchos los motivos para la celebración.

Lo tenían todo preparado para unas bodas de oro a lo grande, pero el coronavirus echó abajo sus planes. O eso creían. “As túas sobriñas non chamaron”, le dijo Casilda a José Carlos por la mañana. “Deberon olvidarse”, reflexionó extrañada.

Horas más tarde allí estaban sus sobrinas, incluida la niña de las arras de la boda, junto a otros familiares y allegados, esperando la señal, agazapados y manteniendo la distancia. Fue Goreti la encargada de hacer bajar a sus padres, con la excusa de tomar una foto en la calle.

Una fiesta sorpresa

Al cruzar el portal, la marcha nupcial recibió a Casi (abreviatura por la que se le conoce) y a José Carlos. Las emociones se dispararon para un matrimonio que siempre hizo de la generosidad su máxima en el trato a los demás. Y en la mayor parte de las veces, cuando se da, se recibe.

Por ello, los vecinos también quisieron sumarse a la fiesta sorpresa organizada por sus hijas. Lo hicieron desde los balcones, con unos aplausos que en esta ocasión rendían homenaje al amor más cómplice. Al que no entiende de nevadas, pandemias ni borrascas. Casi, hasta se tuvo que sacar el abrigo porque así se baila mejor. El “Vals de las mariposas” unió los pasos de la pareja. “E quen se esperaba esto”, aseguraba sorprendido José Carlos.

Y es que no faltó de nada. Ni el champán para brindar, ni la tarta para endulzar. En el centro del pastel, una fotografía de la boda. Con el vestido de Casi blanco como la nieve y unas sonrisas que descongelan hasta los lugares más inhóspitos, también medio siglo después.

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