Ancianos, geriátricos y cuidados

Hace unos días un periódico nacional publicaba una foto sobrecogedora. Terrible. Un anciano caído en el suelo y sujeto por un pie –atado– a la barandilla de la cama de una residencia pública. Aparentemente desnutrido, magullado, lleno de cardenales. La foto se realiza para llamar la atención ante la carencia de personal que atienda a los ingresados, los ancianos. La pregunta que nos hacemos es por qué primero no socorrieron al anciano y sí pensaron en sacar esa fotografía. Mas el trasfondo ya no es ese, si no la atención real que se presta a nuestros mayores en centros que deben cuidarlos y proporcionarles un estándar de vida lo más digno posible. Afortunadamente esto parece algo aislado. Ahora bien, basta introducir en internet algunas palabras y los resultados, las situaciones de maltrato en muchos países y en algunos centros arrojan una radiografía terrible. No deben pagar justos por pecadores, o por quienes no son profesionales y no tratan con respeto y sensibilidad, pero sobre todo profesionalidad a enfermos, ancianos, etc.
Vivimos más tiempo, pero ¿tenemos calidad de vida?, ¿autonomía, independencia? Miles de ancianos viven solos en grandes ciudades, pero también en pequeñas aldeas. Viven y sobreviven, con pensiones a veces mínimas. No tienen cuidados de terceros. Tampoco de las familias. A veces son los vecinos los que auxilian, acompañan, cuidan o se preocupan Hemos creado una sociedad donde los mayores ya no mueren en sus casas, no son atendidos por sus hijos y nietos. A veces tengo la sensación que en esta sociedad tan vanidosa como vacía no se atiende, no se valora a nuestros mayores. Como si estorbaran, como si molestaran. 
La soledad que sufren y que algunos no saben o no pueden superar, el ingreso en centros lejos de sus hogares de décadas, la ausencia de compañía, de amigos, pero sobre todo, de familia, la enfermedad o enfermedades muchas asociadas a la edad y a la senilidad pintan un panorama entristecedor. Si como ha ocurrido con el anciano de la fotografía además hay desatención, carencia de diligencia o tratamientos cuestionables, algo debe suceder. Algo se debe vigilar y cuestionar. De nada sirve que luego se produzcan dimisiones o se anuncie la visita de políticos. 
Tomemos conciencia de una realidad que no queremos ver. Que nos molesta, que nos hace mirarnos a un espejo del que no queremos ver la imagen. Hemos construido una sociedad vacía, indolora, pero también insonora y terriblemente insensible. Pero mayores acabaremos siendo, esperemos, todos. ¿Qué nos espera?

Ancianos, geriátricos y cuidados

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