Viejos sueños

Ala memoria viene, repica, intencionadamente aquella frase categórica de Castelao, “mexan por nós e inda por riba din que chove”. Una forma de encerrar la esencia y mentalidad, el realismo de una época que a veces no es tan pretérita como se antoja. Vienen al hilo estas palabras y esta tribuna a propósito de un Ave de nunca llegar pese a promesas y fechas. La fuerza de las cosas, la realidad sin caprichos y eso sí con algo de vehemencia acaba imponiéndose y derribando o corroyendo viejos muros. Luego el lamento o el enfado. Y a veces es bueno ponerse y poner una vez colorado. O dicho de otro modo, pegar un suave y leve puño sobre la mesa de las vanidades y marcar posición y exigir que los compromisos se cumplan. La palabra sigue valiendo, debe valer y siempre valdrá por muchos atajos y veleidades que el ser humano contemporice impunemente. El viejo sueño de las comunicaciones, de la meseta, de la normalidad, de los corredores cuesta un imperio cuando del rincón o reino galaico se trata. Lo vivimos en el pasado a propósito de las autovías. Lo seguimos viviendo estos días a propósito de un tren. Hace una década el discurso discernía entre la velocidad alta y la alta velocidad, se matizaba, se azuzaba, se jugaba en el vocabulario político con ambas como arma arrojadiza. Hoy hay paz en llamar como se quiere verdaderamente a un tren con plurales denominaciones. Pero algo importa, la voluntad real y efectiva de que conecte Galicia con la meseta y sea una realidad.
Esta ha sido una semana intensa y recia para el ministro del ramo. Desafortunada en algunos comentarios. Pero llueve desgraciada y cansinamente sobre mojado. Este país quiso subirse al tren de la modernidad y al espejo del AVE con fruición y denuedo y tal vez no con tanta necesidad ni urgencia, pero la elección estaba y está hecha, y los compromisos, y las responsabilidad, y la obligaciones en definitiva. Cúmplanse. Pero no lancemos cifras maquilladas o no de millones y de minutos. No caigamos en la frivolización banal y mezquina de arrojar una circunloquio que no es real, gastar 600 millones para ahorrar 4 minutos de tiempo. Seamos serios, pongámonos serios y exijamos lo que debe y es nuestro. Que dejen de marear una perdiz de falacias y fechas si luego no es real. Honestidad y verdad. Busquemos el encuentro y removamos los obstáculos. Seamos serios exigiendo lo que hay que exigir. Responsabilidad, de todos. También de cómo se redactan y cómo se licitan a la baja obras que luego se rectifican, reforman o modifican. Erradiquemos pretéritas prácticas, pero alcemos la vista y vayamos más allá, ésta es solo una parte del problema.
Galicia necesita terminar su vertebración de conectividad terrestre. Entrar en una modernidad y normalidad que otras regiones de España tienen, bien pro voluntad y capricho político en algún momento, bien por criterios económicos que no necesariamente de eficiencia y de rentabilidad. Porque la conexión es algo más que la rentabilidad. Pero hay muchas ciudades castellanas con mínima población y con estaciones a kilómetros suyas de AVE y nadie ha protestado. Todavía resuenan en Galicia ecos de algunos políticos catalanes, no sólo nacionalistas, también algunos que juegan a centralidad, detractores de esta obra. Es hora de aclarar muchas cosas. Y escribiendo de trenes, la memoria a las víctimas de un Alvia que solo piden y les debemos una cosa, justicia. Verdad y justicia. Una cosa es “chover” otra “mexar”.

Viejos sueños

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