De la mitad para arriba

Hay quienes se empeñan en ver el vaso medio vacío y hay quienes siempre lo ven medio lleno. Hay quienes se afanan en vivir en el pasado, incluso reinventando el pasado, y hasta quienes, en cambio, viven instalados en la utopía, pero hay quienes, con el pie en el suelo, o sea, en el presente, intentan adivinar un futuro mejor. Los hay, en resumen, que son como aquellos a los que se refería el mítico Van Gaal: “siempre negatifo, nunca positifo”.
Los que me conocen saben a qué grupo pertenezco. Soy –somos, el grupo que tenemos el honor de dirigir esta ciudad– plenamente consciente/s de las debilidades y hasta de las amenazas de Vilagarcía (el vaso medio vacío), pero sobre todo de sus fortalezas y sus oportunidades (el vaso medio lleno), por seguir la terminología clásica.
No voy a negar que, en ocasiones, resulta cansino. Es fácil decir que uno haría tal cosa si le hubieran dado tiempo a hacerlo, como fácil es proponer y proponer cuando se sabe de antemano que nunca se va a tener la responsabilidad de llevarlo a cabo. Nosotros podremos estar o no equivocados –el tiempo, y sobre todo, los vecinos lo dirán–, pero tenemos algunas cosas claras.
Pongamos un ejemplo. Uno puede empeñarse en transmitir que el paseo marítimo está hecho un desastre, cuando se fue el responsable de ese abandono, o cuando, como digo, nunca tuvo, ni tiene la más mínima intención de tener, responsabilidad sobre el asunto: en la barrera es difícil que te pille el toro. Otros, en cambio, preferimos ir al quid da la cuestión, o sea, y por seguir el símil, coger el toro por los cuernos: pedimos reunirnos con los responsables correspondientes, en este caso en Madrid, y no sólo comprenden nuestras proposiciones –reacondicionar el solado del paseo y estudiar su posible sustitución, creando, además, un carril-bici– sino que apenas dos horas después técnicos de Costas ya están realizando, in situ, una valoración de lo que hay que hacer. 
Son, como digo, dos formas de ver las cosas. Una, instalarse en el “hay que…”, pero que lo hagan otros, y otra, “vamos a hacerlo” o al menos intentarlo. Una cosa es la aptitud, que eso ya va en cada uno, y otra, la actitud, que es en lo que estamos.
Somos conscientes de que estamos en minoría –no hace falta, por eso, que nos lo recuerdan cada día: de verdad que ya lo sabemos– pero, precisamente por eso, somos todavía más conscientes de que para lograr nuestros objetivos tendremos que redoblar los esfuerzos. Conocemos esta ciudad y tenemos claro adónde queremos ir, adónde debe y debemos ir.
Nuestra posición, al lado de los comerciantes, ante la creación de una gran superficie;  el proyecto de la plaza de abastos, teniendo en cuenta a sus principales protagonistas; la realización de obras en zonas protegidas teniendo en cuenta las recomendaciones de Patrimonio; el saber escuchar, y recibir, a los vecinos… son solo algunos ejemplos de que las cosas se pueden, y se deben, hacer de otra manera. Siempre habrá quien, aun así, verá el vaso medio vacío, pero para mí que está de la mitad para arriba.
*Alcalde de Vilagarcía 
de Arousa

De la mitad para arriba

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