RAREZAS

Recuerdo un artículo de hace unos diez años en el diario El País en el que el prestigioso filósofo Fernando Savater desarrollaba una idea que comparto plenamente: no todas las opiniones son respetables, y añado yo, empezando por las mías. Por ejemplo, si a alguien se le ocurriese ahora decir: “dos más dos son diecisiete”, y pidiese respeto para esa opinión, naturalmente todos pensaríamos, aún respetando a esa persona por su condición de tal, que dicha afirmación es una majadería. Esta comparación viene a cuento para mostrar como el fútbol soporta lo que ninguna otra actividad humana, por qué de fútbol opina todo el mundo e incluso algunos nos permitimos la libertad de opinar haciendo públicas nuestras rarezas.
Creo no ser el único en pensar que la fase de eliminatorias de la UEFA Champions League es la máxima expresión competitiva en el universo futbolístico presente, tal vez incluso por encima de un Mundial, dado que a esa cita, en ocasiones, terminan estando ausentes jugadores de altísimo nivel que sin embargo compiten en sus clubes por la Champions. Estas competiciones son las que verdaderamente generan partidos inmensos, aquellos que terminan convirtiéndose en históricos y por alguna razón guardamos en nuestra memoria por encima de otros, recordando hasta con precisión qué personas estaban a nuestro lado mientras vibrábamos emocionados; los partidos que siempre se estuvo de acuerdo que eran propiedad de los grandes jugadores, los partidos que el Real Madrid que quiero tanto está tan acostumbrado a disputar.
 No sé si el lector me considerará sensato o un majadero, pero tengo la convicción de no haberme emocionado nunca con el juego de Cristiano Ronaldo, ni en estos ni en aquellos partidos en los que supuestamente se hizo acreedor al balón, a la bota y hasta al calzoncillo de oro. Nunca lo consideré un gran jugador y a medida que pasa el tiempo me reafirmo en que su gigantesco talento para el remate ha disimulado sus enormes carencias para el juego. Quizá no sólo su talento rematador le haya servido, no me cabe duda que el gozar de una amplia “nómina” de aduladores, más o menos interesados, en los medios de comunicación le ha sido muy útil para crear una iconografía que permite convertir en hazaña lo que no deja de ser más que un ejercicio de eficacia amplificada. En el boxeo o en los toros, otras de mis grandes aficiones, también existen sensacionales pegadores o infalibles estoqueadores, pero nunca se incluye entre los más grandes a ninguno que muestre exclusivamente esas virtudes y no añada a ellas otras que los conviertan en boxeadores o toreros absolutamente completos.
Me imagino debatiendo sobre todo esto con los amigos, seguramente tratando de alcanzar un lugar común en medio de nuestro desacuerdo mientras surgen los nombres de Muhammad Ali, George Foreman, César Rincón o Enrique Ponce, y alguien citaría los cinco goles de Cristiano Ronaldo al Granada, que otros desacreditarían aludiendo a los cuatro goles de Santi Mina al Rayo Vallecano… Y así, conmigo defendiendo a desgana a Abel Resino y a Paco Jémez, se nos iría la tarde, y en el camino de vuelta a casa seguro que vendría pensando en como encontrar el modo de citar en uno de mis artículos sobre fútbol al gran torero gallego Alfonso Cela “Celita” y a nuestro inolvidable campeón “Pantera” Rodríguez, soñando con que diez años después algún lector, aunque fuese vagamente, pudiera recordarlo.  

RAREZAS

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