Los PGE y la estabilidad

Podría haber ocurrido pero no ocurrió. Me refiero a la posibilidad de que el absentismo laboral, no recuperable por la vía telemática, hubiera hecho travesuras de última hora. El extravío de un solo voto, por las razones que fueran, hubiera quebrado el frágil equilibrio matemático que finalmente ha hecho posible la tramitación ordinaria de los Presupuestos Generales.
No hubo sorpresa. La triple votación de las siete enmiendas a la totalidad mantuvo el empate entre los 175 diputados que querían devolver el proyecto enviado por el Gobierno y los 175 que no querían. Pero, mire usted por dónde, uno de los partidarios de tumbar el proyecto está en vías de cambiarse de bando si Moncloa es tan generosa con él y con su partido, Nueva Canarias, como lo ha sido con el PNV, a fin de que se haga el milagro de que los 175 diputados conseguidos por Rajoy para asegurarse la tramitación se conviertan en los 176 que necesita para la aprobación.
Ese milagro lo va a hacer Pedro Quevedo, como único diputado de Nueva Canarias, según las quinielas de los analistas. Y va camino de ocurrir antes de que el día 29 se empiece a votar cada una de las secciones del proyecto de ley.
Si una sola de las secciones no alcanzase el umbral de la mayoría absoluta de la Cámara, todo el proyecto sería rechazado. Y entonces volvería a planear el fantasma de la inestabilidad del país y se reactivaría el quinielismo sobre una muerte prematura de la Legislatura.
Es el fondo del asunto: el riesgo, o la posibilidad, de que volvamos a las andadas cuando aún está tan fresco el recuerdo del año tonto. Y si aquel estado de interinidad encontró su desenlace positivo en una apuesta del PSOE por la normalización institucional (la abstención en la investidura de Rajoy), no hay razones para suponer que ahora sí quieren romper la baraja los socialistas.
Por mucho que esté obligado a aparentar lo contrario, en el ejercicio de su papel como alternativa de Gobierno y principal partido de la oposición, el PSOE está deseando que los Presupuestos salgan adelante, aunque con su voto en contra. Eso sí, con el voto a favor del diputado de Nueva Canarias, que deja de ser un socio del PSOE.
Todo ello en nombre de la estabilidad, que también los socialistas necesitan para culminar en positivo su actual proyecto de renovación interna. El precio es el de crear las condiciones para que Rajoy se atornille al sillón de la Moncloa rebasando al menos el ecuador de la Legislatura.

Los PGE y la estabilidad

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