Voces desafinadas

borrell, Batet, Cunillera, Calvo, Ábalos, lo han venido haciendo durante los últimos días. Y el propio Sánchez también acaba de alimentar el mantra del independentismo sobre el carácter “político” del conflicto catalán. Vienen a expresar que no están cómodos viendo en la cárcel a Junqueras, Forn y los jordis, que la culpa de todo la tiene el Gobierno del PP por haber judicializado el problema y que, si se retrasa la fecha del juicio, convendría indultar a los procesados por presunta rebelión si en el futuro fueran condenados por el Tribunal Supremo.
¿Responde a una estrategia concertada? Es lo más probable. En vísperas de las negociaciones para sacar adelante los Presupuestos, clave de la continuidad de Sánchez en la Moncloa, no parece casual el encadenamiento de voces del Gobierno, todas ellas en forma de mensaje atento respecto a los líderes del nacionalismo catalán y desatento respecto a los jueces. La consecuencia es que están sembrando la discordia en el bloque constitucionalista. Ya sabemos que no es mala excusa la de rebajar la tensión y eludir las provocaciones de los separatistas. Lo malo es jugar con asuntos de mayor cuantía, como la independencia del Poder Judicial o el derecho del Estado a su legítima defensa.
Ante retos de ese calibre, los partidos de inequívoca adhesión constitucional deberían hablar con una sola voz. Como hacen los independentistas al otro lado de la barricada. Cierto. Están de acuerdo en lo esencial: autonomismo superado, vamos hacia la república con o sin ayuda del Gobierno. No se puede decir lo mismo del bloque constitucionalista, donde los recelos y la lucha por el poder envenenan las relaciones.
Pero esto es lo que hay. Por una parte, un Gobierno que pretende influir en el Supremo para que dispense un trato más condescendiente a quienes están procesados por un presunto delito de rebelión. Y, por otra, un PP y un Ciudadanos que invitan a la ciudadanía a entender que la política del Gobierno no es de apaciguamiento sino de rendición. Lo cual es francamente peligroso.

Voces desafinadas

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