Parejita de gobierno

Existe y desde hace algún tiempo de manera cada vez más evidente una pauta que no falla. Los actos políticos ya no se miden por lo que son en sí mismo sino por quienes los protagonizan. Una cosa puede ser algo por lo que el repudio más general y persistente caiga sobre una persona y que eso mismo no solo no le signifique a otra critica alguna a la otra sino que sea motivo encima de loa. Va por colores, y la vara de medir es cada vez más dispar, incluso se diría que en ocasiones, y dependiendo de sobre que costillas tiene que caer, ya no haya empleo de palo sino de incensario.
Muchos y muy diversos son los ejemplos. Desde tesis y master, robos y corrupciones, extremos y extremidades, tapados y desnudos, odios y odiadores, mentiras y mentirosos, machistas y feministas tienen ustedes donde elegir cada día y comprobar que por lo mismo a unos se les indulta y a otros se les condena a galeras mediáticas, unos ya llevan esa mancha de por vida y a otros se la convierten en una medalla.
Así que atreverse a decir que no parece muy presentable, ni bonito, ni estético ni ético tampoco la forma en que la pareja alfa de Podemos, el símil lupino lo trajo a colación el propio macho dominante, se ha repartido el botín gubernamental, resulta muy peligroso.
Aunque la cosa cante todo lo que canta y pudiera resumirse en esta conversación de almohada: “Yo te había dado la vez anterior lo de vicepresidenta, pero ahora que ya no me vetan, comprenderás que me toca. Pero descuida que no te voy a dejar a ti sin nada. No te preocupes, tú ministra”. Y el personal, el de dentro, callado, calladísimo, ni rechistar por lo más remoto, que todos vamos a pillar cacho, porque aunque no haya competencias, para nombrar cargos sí que hay barra libre y se van a “colocar” todos, que están ya como unas castañuelas. Todos con coche oficial, con escolta, con despacho, con asistentes, con tratamiento, todos “casta”. “Que pasote, tío. Pero si pillan Pablo e Irene, también vamos a pillar nosotros”.
Eso en las propias filas. Pero descuiden, que fuera tampoco piará nadie. Nadie osa una crítica. Porque limitarse a señalar la evidencia acarreará la persecución el estigma y el veto”. Amen de la consabida granizada de insultos. El más suave el de machismo. Aunque sí algún tufillo desprende eso es precisamente el hecho y no el atreverse a mentarlo.
Pero ya saben, una parte, los que a sí mismos se auto imponen la pátina de “progresistas” que extienden a sus referentes o protectores, que pueden ir desde los ayatollas iraníes a la Kichnner pasando por Chavez y los Castro, tienen bula y son intocables. Criticarlos por lo que sea, por que son una sanguinaria teocracia fanática y tenebrosa, por corruptos o por dictadores liberticidas o por haberse anunciado como mesías de los de Abajo y en un pestañeo, y sin palo al agua de por medio, vivir como marqueses y actuar como príncipes consortes, supone caer en el lado oscuro y ser reo de condena a las tinieblas exteriores. Así que mejor tomen nota. 
Todo aquel que señale el hecho de que el señor vicepresidente y la señora ministra son parejita queda declarado, desde ese mismo momento, facha. De siempre y de por vida.

Parejita de gobierno

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