El peor, y más posible, escenario catalán

En lo que respecta a Cataluña lo más sensato es ponerse, de inicio, en el peor escenario posible. Porque hacia él es al que va desbocado el separatismo ya entregado al extremismo cupero y a la demagogia más mentirosa. Cuanto mayores son los reveses, cuanto más absoluto su aislamiento internacional , la terquedad más suicida se impone en la dirección secesionista. Por ello mejor no tener esperanza de sentido común a un mínimo giro que permita reconducir la situación hacia la normalidad sin el trauma social y económico ya gravísimo pero que aún puede derivar hacia un drama mayor.
La convocatoria de ese Parlament, convertido en un instrumento de quita y pon, que ha arrasado cualquier legalidad, para el jueves, un día antes de la votación en el Senado puede traer como colofón una nueva jugarreta en clave golpista que se pretenderá disfrazar una vez más de palabrería dialogante. Puigdemont hará votar por la cámara regional la Declaración Unilateral de Independencia y al mismo tiempo proceder a convocar unas elecciones constituyentes. Con ello la pretensión es crear una doble legalidad. La española, que ya no reconocen y que con tal resolución violan ya de manera descarnada, pretendiendo con ese paso que esa ya no es “su” legalidad y contraponiendo a ella la de la proclamada república catalana. La convocatoria a las urnas constituyentes sería el truco final para contraponerlas a las que el Estado se ha comprometido a convocar en seis meses. Con eso habrán de lidiar el 155, el Gobierno y los partidos constitucionales.
La última puerta a la sensatez, que Puigdemont se personara ante el Senado, que parece que se lo está pensando, y que después optara por convocar a las urnas a los catalanes, parece ya no solo como improbable sino como imposible. Ya no solo es que personaje no quiera, sino que ni siquiera puede. Así que solo queda afrontar la parte final y más dura de lo sufrido hasta el momento. Hacer realidad ese 155 que nadie, excepto los que ahora claman, quería aplicar pero que no han dejado otra salida que poner en marcha ante la contumacia de la sedición.
El proceso quedará avalado incluso y primero por el Parlamento, merced a una iniciativa del PP, aunque lo esencial será la votación en el Senado que es el que en este caso tiene en ello las competencias y con aún mayor margen, el que sancionara su aplicación. Y ante la previa declaración de independencia unilateral y convocatoria de elecciones constituyentes. ¿Qué se hará?
Pues lo primero resulta evidente, con la famosa DUI, que excepto Maduro y, con suerte, Kim Jong Un, nadie reconocerá, la anulación inmediata por el Constitucional, el procesamiento por rebelión de Puigdemont y al resto de sediciosos y, por supuesto, la aplicación de 155. Y sobre la convocatoria electoral, pues si esta la efectúa Puigdemont antes de ser cesado por el Senado, y para ello sí que tiene competencias legales, habrá que ver y hasta que pueda valer. Pero, especulaciones aparte, no lo es decir que es ahora cuando empieza lo de verdad. Y esto va a ser muy amargo y todos lo vamos a sufrir. Los catalanes los primeros, pero el resto de los españoles, también.

El peor, y más posible, escenario catalán

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