Sin urnas, pero en campaña

Sánchez es un presidente legítimo. Es una verdad incontestable. Ha sido elegido dentro de nuestras reglas constitucionales por el Parlamento. Que supone una auténtica aberración democrática. Pues también es otra verdad. No solo porque que tuvo en urnas un escuálido apoyo (22%-85 escaños), el peor en la historia de todos los peores del PSOE, sino porque para auparse a la Moncloa lo ha hecho subido en los hombros de aquellos a los que se comprometió a no hacerlo jamás, los separatistas, cuya única proclamada y activada intención, es descuartizar la nación. Sus declaraciones y las de su número dos, ábalos, en enero, ahí están y su mentira también. A ellos hay que añadir a los bilduetarras que agasajan y jalean a los asesinos etarras cuando salen de las cárceles y siguen despreciando y acosando a las victimas y no olvidar a la extrema izquierda podemita.
Eso es lo que ahora y en una campaña que ya ha comenzado de “Olvido Histórico” y blanqueo del ayer mismo, se va a intentar borrar de la mente de los ciudadanos. Eso, ya verán, es que ni ha existido jamás. Que Sánchez ha llegado a la Moncloa porque ganó las elecciones, vamos, como la cosa más normal. Recordar lo que sucedió será difícil y los medios de comunicación alineados en gran medida y dentro de nada casi a la totalidad con la izquierda y el populismo se van a fajar en la tarea de que de “eso” no quede recuerdo, ni rastro, ni imágenes, ni ná de ná.
Pero Sánchez es el presidente. Y va a intentar serlo hasta que no le quede otra que convocar lo que dijo que en “unos meses”, “a la mayor brevedad”, pero de lo que ahora ya ni se acuerda ni se va a acordar: las elecciones. Que es una cosa esta de lo más curiosa e inaudita. Ellos que siempre andan con consultar a la militancia y a las bases (luego ya se ve que cuando al caudillo no le viene bien, pues no y ya está está) de lo que no quieren saber la opinión pero vamos que ni hablar es de la base general, o sea, de los ciudadanos, del pueblo soberano. Esos, según parece, ni son bases ni son pueblo ni son nada a lo que haya que consultar. 
Pero insisto, Sánchez es el presidente y serán a partir de ahora, como elemento esencial de juicio, sus próximos hechos los que haya que juzgar. Y a ellos, con honradez intelectual, es a lo que habrá que atenerse. Los antecedentes no son buenos y las compañías de echarse a temblar, pero serán sus actos y los de su gobierno los que habrá que valorar. Esa habrá de ser, por encima de cualquier otra, la vara de medir. Más allá de las sospechas que se puedan tener y se tienen de lo pactado y ocultado, de lo que se pretende escamotear al conocimiento general, pero que sin duda aflorará. Entonces, cuando lo haga será el momento. Ahora, sobre la sospecha, por muy fundada que esté, no se puede ni juzgar ni. Aun menos, condenar.
No tardaremos en conocerlo. Los acontecimientos se van a ir sucediendo con la misma endiablada celeridad que lo han hecho hasta ahora. No va a haber respiro. No lo van a tener, ni lo van a dar, ni ellos, ni los que han llegado al Gobierno, ni los que se han ido a la oposición. No va a haber elecciones, pero desde ya estamos y esta vez de hoz y coz en plena campaña electoral. Todo es desde ya pura y simple campaña electoral. 

 

Sin urnas, pero en campaña

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