Faustino Ruiz de la Peña, en Moretart

La galería Moretart ofrece la muestra “ KV”  de Faustino Ruiz de la Peña (Oviedo 1969), licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca, profesor de dibujo y extensamente laureado desde que inició su andadura plástica en el año 2000, en que recibe su primer premio, en la convocatoria ARTE JOVEN de El Corte Inglés. 

Dueño de un gran oficio y alejado de las tendencias rompedoras, su sensibilidad se instala en una visión del paisaje que podríamos denominar de neorromántica, donde el invierno con sus tonalidades frías tiene el principal protagonismo. Palpita en toda su obra una íntima comunión con la naturaleza, reflejando espacios llenos de soledad y de silencio, propicios a la meditación, por los que se desliza una íntima melancolía, una dulce nostalgia teñida de  envolventes luces grisáceas, a la que se adecuarían perfectamente los magníficos versos, también invernales, de nuestra poeta Rosalía de Castro: “¡Oh, mi amigo el invierno!.,/ mil y mil veces bienvenido seas...” 

La casa, el árbol y el pájaro son los tres protagonistas principales de estos cuadros, que entonan una oda al “ locus amoenus” de Horacio o de Fray Luis de León, a ese lugar feliz donde el silencio y la soledad coadyuvan al encuentro con uno mismo y con las realidades esenciales, un canto raro y gozoso en este tiempo de ruidos. Canta así el pajarillo solitario posado en la imponente copa de un gran árbol de desnudas y negras ramas, mientras detrás se extiende, a la vez inmenso y acogedor, el ceniciento cielo. Canta o retoza más bien, por las nevadas praderas del Smith´s  Park inglés, el ciervo que mide su frágil soledad contra la blanca llanura, la oscura fronda del horizonte y el plateado firmamento. Camino de árboles descarnados, de nieve y de soledumbre es el que pinta en “Kensington Gardens” o en “Come on back home”; esa llamada hacia el hogar y el recogimiento que acentúan la llanura nevada, los desnudos árboles y una migratoria ave. El lado campestre de América, con sus cabañas de madera o de ladrillo, aparece en una serie de obras que destacan ese apartamiento del refugio perdido en los bosques; ya rodeado de nieve, como en” Yellow  Brick” o en “Snow Towm”; ya amenazado por las tormentas como en “Tempest  day”. 

Un icono de la arquitectura, como la casa Farnsworth de Mies van der Rohe se suma también a este conjunto de lugares especialmente ideados para el retiro. La poética de la soledad con su inquietante y liminal belleza, sólo apta para almas contemplativas, está presente también en la serie de icebergs, que denomina KV, siguiendo la clasificación de las sinfonías de Mozart; ahí imperan la inmensidad del cielo y del mar acogiendo la gigantesca mole de hielo. La  soledad forma parte también del mundo animal, como sucede en sus cuadros de caballos y en “Habitantes I” donde deja a un agigantado cuervo negro flotando entre nubes. Pero todo su evocador lirismo, ese canto o beatus ille a la vida retirada, queda condensado en “Santa Bárbara”, con casa, árbol y pájaro.

Faustino Ruiz de la Peña, en Moretart

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