João Gabriel, en la galería Vilaseco

la galería Vilaseco ofrece una muestra del joven artista portugués João Gabriel Pereira (Leiría, 1992) que, con apenas un lustro de aparición pública, parece emerger como uno de los valores de la plástica portuguesa actual, al menos en el terreno de la figuración, que es donde su obra se inscribe y que, de algún modo, sigue parámetros muy similares a la corriente de la Nueva Figuración, surgida en la década del sesenta como contestación a la pintura abstracta, entre cuyos seguidores destaca Francis Bacon y que en España contó con artistas como Arroyo, Canogar, Antonio Saura o Equipo Crónica, entre otros. João trata de captar personajes en situaciones reales y cotidianas, pero se mueve en un terreno de ambigüedad y de sugerencia que deja abierta la imaginación hacia variadas interpretaciones.
Utiliza para ello, (como hacen algunos de los artistas citados), técnicas del informalismo y del expresionismo, como la pincelada suelta, el trazo valiente y la mancha irregular, lo que hace con gran soltura sin salirse de los cánones figurativos, aunque hay partes de algunos de sus cuadros que rozan la abstracción. Hay que destacar su dominio del color que articula en tonalidades complementarias de saturación media o baja, lo que da como resultado una entonación cromática de luces difusas, envolventes , en la que predominan las armonías que van de las carnaciones de los tonos tierra de los cuerpos a los gris-azulados y los gris verdoso de los lugares que los rodean, con lo que de algún modo subraya ese sucederse de la existencia ordinaria. Todo ello, unido a la presencia de espacios naturales o de interiores perfectamente reconocibles como hábitats humanos o lugares donde transcurre la ceremonia de la vida, da como resultado que se sienta un hondo arraigo en lo terrenal, incluso una atadura a sus pulsiones más vitales o instintivas, como, desde luego, la sexualidad. La figura humana es casi omnipresente y también casi siempre aparece en pareja y, aunque la dibuja con la misma ambigüedad que hemos apuntado, desdibujando los rostros y los rasgos más anatómicos, se percibe que, invariablemente, se trata de hombres que parecen dialogar o buscarse para una comunicación o comunión que se diría difícil, por no decir imposible: Hay en todos sus personajes como un sentimiento de búsqueda, de anhelo esperanzado y de aguarda, pero también de ineluctable y forzosa soledad; y ello aunque estén sentados en la misma mesa y frente al mismo ventanal, como aparecen en el cuadro más ambicioso y de mayor tamaño de la muestra, que representa a dos jóvenes, uno de los cuales mira hacia el exterior, indiferente - parece- a los requerimientos del otro que se vuelve hacia él. Una cierta melancolía, una cierta sensibilidad de la saudade - quizá muy portuguesa- atraviesa toda la obra de João Gabriel, que se hace notoria, sobre todo, cuando pinta espacios de naturaleza, en especial bosques umbríos que aparecen atravesados por sombras inquietantes y luces que desasosiegan. Percibimos, así, que pinta con pincel de poeta.

 

João Gabriel, en la galería Vilaseco

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