José María de Labra: 25 años después

Se han cumplido 25 años del tránsito a otra dimensión del artista coruñés José María de Labra (1925-1994) que, mientras hacía un brindis por la belleza en una cena con amigos, murió de un infarto en Mallorca, quedando así truncado su sueño de volver a Galicia y de tener aquí una gran exposición antológica . Ese mismo año, el historiador José Mª Iglesias realizó el más amplio estudio monográfico sobre su obra, editado por la Xunta de Galicia, donde recoge más de 200 obras; pero su gran antológica (si exceptuamos una muy reducida de 1997, de tan sólo 40 obras, realizada por la Fundación Caixa Galicia) sigue esperando. 

Queremos recordar hoy esta deuda con quien fue uno de los grandes maestros de la plástica de la segunda mitad del siglo XX y que participó en todos los acontecimientos importantes de la época junto a artistas de talla internacional: Calder , Dubuffet, Millares, Canogar  y un larguísimo etcétera; realizó los murales del aeropuerto de Santiago y de Barajas; fue Medalla de Oro en la I Bienal de Arte Sacro de Salzburgo, Premio Perotti de la XXVIII Bienal de Venecia,  Gran Permio y Paleta de Oro  en III Festival Internacional de Cagnes sur Mer, entre otros. Pero fue, ante todo, un buscador de la verdad, de la belleza y del bien, en el sentido más platónico; un ferviente seguidor de Pitágoras, cuya máxima, en una versión “a lo Labra” a modo de calambur, figuraba a la entrada de su estudio mallorquín:” No pase quien pase de geometría”. 

Asombrado ante el gran enigma del universo, intentó hacer de su arte el medio para desvelar o, mejor, para encontrar caminos en ese lenguaje encriptado, Y lo hizo, primero con la pintura de tema religioso y luego con la geometría sagrada, cuyos  patrones están en la misma naturaleza y que para él, como para Baudelaire, era un templo, un bosque de símbolos cuyas correspondencias trataba de descifrar. Llegó así, tras años de búsqueda, a hacerse con un modo de expresión personal que definió como configuración simbólica, a la que cooperan forma, fuerza y figura. 

Buscando conciliar los opuestos, llegó a formular su método de la síntesis trialéctica, en la que se sirvió del triángulo y del círculo para crear espirales logarítmicas que crecen “infinitamente hacia lo grande (macrocosmos) y hacia lo pequeño (microcosmos)” (según recoge la revista TROPOS,Nº3,1972).Aranguren lo definió como pintor cosmogónico y, ciertamente, como todo sabio, su anhelo de saber era ilimitado e insistía en que era preciso volver a unir los pilares del conocimiento: arte, ciencia, filosofía y religión (entendiendo esta en su sentido etimológico de re-ligar o volver a unir lo que está separado). 

Labra fue para mi un auténtico maestro iniciador, al que me unió una gran amistad y que me abrió caminos de saber y de amoroso asombro ante los enigmas del universo. En esta era de tanta ciencia sin conciencia, en que tanto  Menguele ensoberbecido circula por ahí  y en que el pensamiento humano  se llena de vacuas superficialidades, A Coruña debería recuperar al maestro olvidado.

José María de Labra: 25 años después

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