Segura Torrella, en Artbys

La galería Artbys ofrece una  selección de obra de Ricardo Segura Torrella (Ferrol,1927-2000),que abarca desde 1961 con “Torero yacente” hasta “Desnudo con nécoras” de 1998, en la que sus motivos fundamentales: la figura humana, el paisaje y las naturalezas muertas están presentes. Discípulo de Bello Piñeiro de 1945 a 1952, el magisterio de este fue fundamental para él, aunque había nacido tocado por las musas y así lo manifestaba su maestro a “El Correo Gallego”, con motivo de su primera muestra individual en 1949: “Segura es mi mejor discípulo. Insisto, Segura es un genio…”. 

Esta genialidad, que llega a su culmen en obras como “La muralla”, “Hacia Finisterre” “El bautizo” o “Tristia tempora”, donde la épica de lo humano aparece en toda su conmovedora intensidad dramática, es visible también en obras como las ya mencionadas, en la “Anciana campesina”, en “José con gaita” y en su “Autorretrato con sombrero y flores” de 1997, cuya inquisidora mirada, estremecedoramente lúcida y humana, parece interrogar sobre el sentido de la vida, mientras otea el cercano fin. 

Toda la tensión creativa de su existencia, con su ansia de belleza, de dulcificar el dolor y de penetrar el misterio que nos rodea, queda patente en esta obra; a la vez resume la eterna dualidad de la condición humana, con su constante lucha de opuestos entre la gozoso y lo terrible, entre la construcción y la destrucción, entre el amor y la muerte; por eso aunque sabe cercano su fin lo dulcifica embelleciéndose con un floreado sombrero y rodeándose de flores azules. 

Desde esta visión límite pintaría, un año después, “Desnudo con nécoras”, donde toda la fuerza pánica y creadora de la naturaleza está presente, con la mujer como centro y mandala, sostenida por el nutricio suelo y por los frutos del mar; este es quizá su último homenaje, tantas veces repetido, a la mujer gallega y a la misma Galicia, que fue su trampolín hacia las infinitudes cósmicas y hacia las honduras del espíritu. 

Así lo confesaba en una entrevista de 1984, que siempre quiso representar esa “Galicia que he vivido, siento y vivo y que tiene una grandeza profunda…”. Grandeza entrañada en lo esencial, en lo genesíaco, en la eterna danza de la vida es la que está presente en “MELA”, una de sus obras emblemáticas, en que la pescadora aparece representada con toda la potencia de una Venus antigua, como una inconmovible y hierática diosa madre, rodeada de una marea azul de aves, de olas y de peces. Su sentimiento del paisaje gallego, con su romántico misterio, aparece plenamente en “El bosque mágico” donde la umbría entona una lírica oda de plateados troncos y esmeraldinas frondas;  “Casa de Doniños” abunda también en esa entrañable y panteísta visión de Galicia. 

“Julia con estatua”, “Máquina Singer”, Puerto de Malpica, “Palomas en la noche” y demás obras de la muestra corroboran su fertilidad creadora y su extraordinario dominio del oficio, en el que llegó a alcanzar un lenguaje de un expresionismo singular e irrepetible, caracterizado por un dibujo valiente, por la pincelada briosa y dinámica, por la energía  y soltura del trazo y por la inigualable riqueza cromática, en la que  juega hábilmente con armonías y contrastes. Así, desde sus vivencias de la real, hizo aflorar los mundos de lo invisible, como sólo los grandes artistas son capaces de hacer.

Segura Torrella, en Artbys

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