LA política, que es muy suya para todo, ofrece con mucha frecuencia amargas victorias y dulces derrotas. Incluso, en ocasiones, como acaba de suceder en la primera vuelta de las primarias del PP, es posible que ambas se den en un mismo momento. Y es que, a estas alturas, nadie duda de que Soraya Sáenz de Santamaría ha sufrido una amarga victoria, mientras que Pablo Casado podría definir su situación como dulce derrota. Y lo es porque el hecho de que los populares se jueguen el puesto de presidente a una doble vuelta convierte a Casado en el más que posible receptor de los apoyos que recabaron el resto de candidatos que, como punto principal en común, tenían su odio a Soraya. Y, llegados a este punto, la exvicepresidenta tiene muy claro que al no haber superado el 50% de los votos, su intento de asalto al búnker de Génova es poco menos que imposible. Eso sí, siempre y cuando no aparezcan nuevos dosieres sobre el pasado académico de Casado, ya que este asunto, por el momento, no han conseguido cerrarlo de manera definitiva.