Una cabeza abierta por mala suerte


ERAN consuegros, dejaron de serlo porque sus hijos se pelearon y vuelven a serlo porque se han reconciliado. En el tiempo en el que no existió relación parental entre ellos, discutieron en el intercambio de una nieta y uno de ellos le abrió la cabeza al otro golpeándole con un palo –la víctima asegura que fue con un bate de béisbol– y el agresor alega que le partió el coco por mala suerte. Para el herido, casi, casi fue buena suerte, porque a poco más no lo cuenta.

Una cabeza abierta por mala suerte

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