Los catalanes son una raza aparte

la alcaldesa de Vic y diputada de JxCat en el Parlament ha pedido apoyo para una campaña que anima a los que parlen catalá –“catalanes autóctonos”, los ha definido ella– a que no cambien al castellano cuando se dirijan a las personas que “por su acento o aspecto no parecen catalanas”. Y, antes de pensar en las implicaciones racistas de la cuestión, la primera duda que surge es qué aspecto tienen los catalanes. ¿Tienen un lunar con forma de estelada?, ¿les asoma un fuet por la bolsa de la compra?, ¿van calzados con alpargatas?, ¿llevan las manos tiznadas de comer calçots?, ¿huelen a alioli? Lo del independentismo está alcanzando cotas tan surrealistas –influencia de Dalí, sin duda– que solo puede ser carne de chascarrillo. Y lo del idioma, un planazo, sobre todo para que a los millones de turistas que llegan cada año a Cataluña les queden ganas de volver y recomendárselo a sus amigos.

Los catalanes son una raza aparte

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