El chistiño del miedo

EL miedo, que es libre hasta en En Marea –debe ser lo único libre que hay en el partido instrumental–, ha empezado a adueñarse de los jefes de la xente do común. Es lo que tiene la dactilocracia –el gobierno del dedazo–; se pone a un candidato por la cara y sale rana. Ser magistrado y un virtuoso de la gaita y la zanfoña significa tener conocimientos jurídicos y musicales, pero no políticos y Luis Villares ha demostrado que es un ignorante en los asuntos públicos. Cuando no anuncia la creación de un servicio de guardacostas, que ya existe, propone impulsar órganos de la Crtvg que, en cambio, ya han dejado de existir. Y así, entre una cosa y otra, las sondaxes anuncian un futuro negro a los mareantes. Pero no pasa nada, al menos de cara a la galería y Xulio Ferreiro, el Varoufakis de A Gaiteira, –el dactilócrata mayor junto a Martiño “2.0” Noriega– mantiene su buen humor y hace chistiños sobre las enmiendas de los socialistas a los presupuestos municipales: “Si las cumplimos es porque somos riquiños”. Semejante parvada suena al chiste del miedo, ¿o no?  

El chistiño del miedo

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