El complicado inicio de las negociaciones presupuestarias

LA cabeza de Julio Verne, que era mucha cabeza y no por cuestiones de perímetro craneal, sino por lo que ese cráneo albergaba en su interior, necesitó que transcurriesen ochenta días para que  Phileas Fogg diese la vuelta al mundo. La Marea, nasía pa’ganá, en la que no parece que haya ninguna mente tan privilegiada, ha necesitado casi 330 días, es decir, prácticamente un año, para empezar a negociar los presupuestos con un poco de seriedad. Conversar con otros partidos e intentar llegar a acuerdos es mucho más sencillo que circunvalar la Tierra, pero a la xente de común no le va mucho eso de dialogar; aunque no lo parezca es más del ordeno y mando, pese a que semejante pauta de conducta sirva únicamente para entorpecer cualquier negociación. De hecho, los socialistas llegan muy rebotados al inicio del diálogo. Efectivamente, va a ser que entre los mareantes no hay ninguna mente tan privilegiada como la del escritor francés. Ahora, eso sí, cuentistas hay dabondo.

El complicado inicio de las negociaciones presupuestarias

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