El devastador juicio de Pachi Vázquez

LA bata blanca que estuvo guardada en el armario durante veinticinco años posiblemente necesitó algún arreglo, porque un cuarto de siglo en la política hace que se redondeen determinadas partes del cuerpo, que suelen estar lisas cuando se ejerce como médico a tiempo completo. Unas puntadas suelen ser suficientes para resolver el problema, pero si la tripa se abultó mucho en ese tiempo siempre queda el remedio de comprar una bata nueva. Ese fue el reto al que se enfrentó Pachi Vázquez cuando renunció a su escaño en el Parlamento. Ahora, tras su baja en el PSdeG, tiene ante sí otro desafío: elegir la vestimenta de verdugo: o la medieval con capucha de cuero para que el condenado solo vea los ojos de quien le corta la cabeza de un espadazo, o la más moderna del chispas que acciona el machete de la silla eléctrica y fríe al reo. Él sabrá cuál le sienta mejor, pero tiene que darse prisa en comprarla, no vaya a ser que le pongan una reclamación por incumplir las normas sobre seguridad en el trabajo, ya que está empeñado en ajusticiar a Pedro “La sonrisa” Sánchez. Este fin de semana se despachó con dos afirmaciones demoledoras: “Es un chollo para la derecha” y “nada de lo que dice es verdad”. Pues hasta parece que tiene toda la razón. Seguro que lo echaron de menos en la plaza de Colón. FOTO: pachi vázquez | aec  

El devastador juicio de Pachi Vázquez

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