El dolor que deja una acción imposible de explicar

HABRÁ que dejar que los investigadores hagan su trabajo, pero cuanto más se analiza más inexplicable resulta el accidente del pasado sábado en Aranga en el que un joven conductor kamikaze acabó con la vida de otra persona al chocar frontalmente contra su coche. Hay muchas hipótesis, entre ellas que todo se debiera a una apuesta o que el joven sufriera una depresión. Sin embargo, resulta complicado imaginar qué puede haber pasado por la mente de ese chaval para circular en sentido contrario por la autovía, primero en una dirección y luego en otra. Lo único que se sabe a ciencia cierta es el dolor que ha provocado con su irracional acción.

El dolor que deja una acción imposible de explicar

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