El regreso al mundo de los vivos

JOSEP Lluís Carod-Rovira, aquel republicano catalán que, según la leyenda –una leyenda bastante verosímil, por cierto–, se llama en realidad José Pérez Díez, y nació en Aragón, donde estaba destinado su padre, de profesión guardia civil, ha emergido de las sombras. Se rebautizó para aparentar más catalanidad que la Virgen de Montserrat, la Sagrada Familia y Piqué juntos, y se permite con esa impostada autenticidad hacer de voz de la conciencia. Nunca tuvo intención de cargarse el procés, pero estuvo a punto. “Somos los mejores del mundo en performances colectivas, pero ¿y la política?”, se preguntó en voz alta hace una temporada. Surgió entonces la duda sobre si era un héroe o un traidor, pero la república ya le ha perdonado ese delito de lesa catalanidad y de nuevo lo ha ascendido a la condición de gurú. Él se ha crecido y su último ¿pensamiento? es sobrecogedor: “Hemos de hacer que la intransigencia española constituya un problema insalvable para Europa”. Amén, diría el abad de Montserrat.  

El regreso al mundo de los vivos

Te puede interesar