La felicidad de cinco marginados gallegos

Qué lejos queda ya el día en el que la bipolar –mareante en Galicia y podemita en Madrid– Alexandra Fernández participó en el baile de debutantes del Congreso. Allí hizo carrera, pues llegó a portavoz parlamentaria de En Marea, originariamente un espacio multicultural hispanogalaico y ahora sabe Dios qué, por su amistad con la hija de Méndez Ferrín, santón jurásico del nacionalismo de la nazón de Breogán. No acumulaba ni un mérito más. Por aquello de los turnos dejó de ser voceira y le fueron sucediendo Tone Gómez-Reino, Yolanda “La Yoli” Díaz y Fernán Vello. Pero la xente do común sigue sin pintar nada dentro del grupo parlamentario –dígase grupo confederal si se utiliza el argot morado– de Ni Unidos Podemos. Nunca lo pintaron y así continúan. Los podemitas acaban de presentar una iniciativa para que Fomento se replantee la inversión en las infraestructuras ferroviarias de alta velocidad, es decir, para que paralice las obras del AVE a Galicia y a los cinco diputados gallegos ni les informaron de su plan. Para ellos es una maravilla estar marginados, pues así no pasan por el trance de demostrar permanentemente su servilismo, pero para Galicia es muy triste que cinco representantes suyos sean meros vasallos. FOTO: alexandra fernández, ángela rodríguez y fernán vello | aec

La felicidad de cinco marginados gallegos

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