RatO esperaba ser el ungido, pero el ahora lobista, con “b”, no con “v”, o sea, no será un depredador de mujeres, sino un depredador de voluntades, Aznar le impuso las manos a Rajoy y él toleou. Se pasó al trile –¿dónde está la bolita, dónde está la bolita?– empezó a hacer negocios raros y acabó entrando en un coche de la Policía mientras un agente le protegía la cabeza para que no se la golpease con el marco de la puerta. Poco a poco se van conociendo datos de sus andanzas con el cubilete y la bolita y no queda en buen lugar. Por ejemplo, se ha sabido que facturó 82 millones a las empresas públicas privatizadas. En la calle Sierpes sería el rey. FOTO: rato | aig