El gravísimo delito de lesa viguidad

EL todopoderoso Caballero, don Abel, estaba feliz con el dinoseto como cuando lo adoptó A Coruña, hace ya casi treinta años. Aún se puso más contento al enterarse de que el tiranosaurio rex vegetal le había salido ponedor y ya no te cuento cuando después de empollar el huevo durante unos meses nació el dinosetiño. Pero ahora todo es tristeza y zozobra. Un tipo ha decapitado al alevín de dinosaurio lanzándose sobre su cabeza desde el lomo del padre. Aseguran que fue un vándalo, pero a saber a qué etnia pertenecía. Veremos cómo reaccionan los animales jurásicos de la ciudad, que los hay hasta en puestos de responsabilidad.

El gravísimo delito de lesa viguidad

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