LOS rusos, como no hablan gallego, jamás dirían de alguien que traballa arreo, sino que hace un trabajo stajanovista, que venche sendo o mesmo, pero en versión de por allá. Y precisamente así de fatigosa es la vida de los trolls rusos, no descansan. Influyeron en las elecciones de EEUU para que Hilaria no pudiese ganarlas; dieron alas a los independentistas catalanes; hasta se volcaron con la Marea, nasía pa’ganá, y llenaron Twitter con mensajes escritos en cirílico del pelaje: #ConfiamosNaMarea” o “#ConfiamosNaMarea. En Moscú se detuvo a una mujer que ordenó el asesinato de su madre”... Pero ahora se ha sabido también que inundaron las redes sociales con información falsa sobre las vacunas; por supuesto, advirtiendo sobre su inutilidad. A ver si fueron ellos los que le lavaron el cerebro a Lidia Senra, excapitana de los labregos e gandeiros nacionalistas de la nazón de Breogán que ahora ejerce como eurodiputada, cuando le dio por el rollo antivacunas... Ya parecía mucho que lo hubiese pensado ella sola.