La moderación de la ONU con el xenófobo Trump

CUANDO piensa con la entrepierna sus pensamientos nunca se ajustan a la lógica. Hasta Hugh Hefner, el fundador de Play Boy, parece un filósofo griego a su lado. Es lo que le ocurre a Donald Trump; no, no es que alguien pueda tomarlo por la reencarnación de Platón o Aristóteles, sino que sus razonamientos están cargados de testosterona y levantan pasiones en la industria del cine porno, pero provocan asco fuera de ese ámbito. Calificar de “agujeros de mierda” a El Salvador, Haitií y varios países africanos demuestra que su concepción del mundo es repugnante. La ONU ha calificado de “vergonzosos y racistas” los comentarios del magnate –¡qué cuidado hay que tener para que no se bailen las letras y escribir mangante!–, hay muchos otros adjetivos bastante más gordos que se ajustan mejor a sus palabras.

La moderación de la ONU con el xenófobo Trump

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