Otro paso hacia el arboricidio perfecto

Es de sobra conocido que la concejala de Bienestar Vegetal, María García, biotopo pata negra, sufre un desarreglo del comportamiento que es justo la antítesis del síndrome de Diógenes. A ella no le gusta acumular basura en su casa, sino que le encanta que esté espallada pola Coruña adiante. Pero no es esa su única teima, también está decidida a que en Primo de Rivera haya menos árboles que en el desierto del Sáhara. Todo empezó cuando fue elegida como brazo ejecutor, ¡y vaya si ejecutó!, del arboricidio dictado por la Marea, nasía pa’ganá, para mayor gloria del carril bici. Primero fueron los ejemplares de la acera pegada al puerto y ahora le ha tocado a cuatro moreras del otro margen de la avenida. Los árboles ya daban las boqueadas cuando los cargaron en un camión para llevárselos al matadero, pero el embarque aún fue más doloroso: rotura de ramas para que cupiesen en el volquete, el cepellón sin las mínimas medidas de conservación... lo que debieron sufrir. Y ella, como si nada, asegura que se replantará, ¿dónde? Eso no lo dice, así que habrá que pensar que será en un lugar secreto. Vamos, que ya están en el cielo de los árboles, o en el infierno si fueron malos durante su vida. Los que tienen que estar entusiasmados son los directivos de Ence.

Otro paso hacia el arboricidio perfecto

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