María Dolores de Cospedal ganó de joven el muy heteropatriarcal concurso de Miss Feria de Albacete, título que con el paso del tiempo le valió para llegar a ser la imagen de una peluquería de Honduras. Después encaminó su carrera hacia asuntos menos bellos; se fogueó en Castilla-La Mancha y llegó a ser la secretaria general del PP y ministra de Defensa. Cuando se abrió el proceso para suceder a Rajoy se enroló en la facción de Casado, no porque fuese una casadista convencida, sino para ayudar a cargarse a la niña Soraya. Cerrada la renovación, Casado le agradeció los servicios prestados dándole una patada y mandándola para casa. Ahora se desnuda –metafóricamente, ¡eh!, que no es que quiera reverdecer su juvenil etapa albaceteña– en los papeis y confiesa: “Nunca pensé que la política fuese una máquina trituradora de seres humanos”. ¿Inocente, retranqueira...? Igual hasta resulta que no es un ser humano, porque ella sigue enterita.