Uno que no se quiere ir y otros que anhelan que se vaya

lo del Procés ha servido para varias cosas. Por ejemplo, para conocer las ansias viajeras de Carles Puigdemont, un auténtico culo inquieto incapaz de permanecer más de unas pocas semanas en el mismo lugar. También gracias a él sabemos que Omnium y la ANC recibían millonarias subvenciones, tantas que son capaces de cubrir las fianzas que impone el Supremo con la misma facilidad con la que cualquier ciudadano de a pie se lleva la mano al bolsillo y saca un euro y algo para pagar un café. Y, sobre todo, el Procés ha valido para conocer las ansias de los Mossos que, además de Policía soñaban con ser una especie de servicio secreto capaz de montar un piso franco en Madrid para espiar lo que se cocía en la capital de esa España que les robaba.

Uno que no se quiere ir y otros que anhelan que se vaya

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