Sánchez y el problema de su gran ego

Que la vicepresidenta del Gobierno tenga que comparecer en la comisión de secretos oficiales para explicar el uso que el presidente hace de aviones y helicópteros del Ejército del Aire para desplazarse a actos de ocio (como el concierto en Castellón) y compromisos familiares (la boda de su cuñado) es una demostración más de que el esperpento se ha instalado en la política española. Lo que está claro es que Pedro Sánchez le ha cogido un gran cariño a eso de volar en helicóptero. De hecho, llegó a usarlo cinco veces en solo cuatro días y los expertos estiman que cada hora de vuelo del aparato nos sale por unos cinco mil euros. Y como para que quedara constancia de su nuevo estatus, fue en ese helicóptero (un Super Puma, para más señas) en el que inició esa serie de ridículos posados de inspiración “kenediana”, con gafas de sol y camisa blanca. Es evidente que Sánchez tiene un nuevo problema y no se trata de Cataluña. En esta ocasión fue su ego el que lo provocó.

Sánchez y el problema de su gran ego

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