Un silencio que incluso pone de punta las coletas

UNO de los genes dominantes de la izquierda radical es el de la grandilocuencia, que, por cierto, comparte, con la derecha más reaccionaria. “Alta traición”, no se esperaba menos, fue el calificativo que emplearon los afines a Pablo, antes Pablo Manuel, “Viva la Gente” Iglesias para referirse al plan soñado por Carolina Bescansa, la burguesa compostelana a la que le dio por pintar de aburrido morado una vida que iba a estar llena de colores vivos, para dar un golpe de Estado con Íñigo “El niño de San Ildefonso” Errejón. El macho alfa de Podemos aún no ha abierto la boca y posiblemente pasen unos días antes de que lo haga. Incluso no se puede descartar que él, fervoroso practicante de la grandilocuencia, no hable, simplemente actúe y eso puede ser terrible.

Un silencio que incluso pone de punta las coletas

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