La sinceridad caqui o el riesgo de degradación

La sinceridad caqui o el riesgo de degradación

A Carmen Calvo, aquella intrépida socialista a la que ZP llegó a confiar el Ministerio de Cultura, la recuperó Pedro “La sonrisa” Sánchez para la primera línea política, pues vivía un retiro espiritual en Andalucía. Y sigue en plena forma. De sus tiempos zapateriles se recuerdan frases memorables: “Me gusta madrugar para poder pasar más rato en el baño: allí leo el periódico, oigo la radio, oigo música y hablo por teléfono con alcaldes en bragas”. Ahora, autoproclamada ariete del feminismo, sigue engarzando perlas en su collar, pero cada vez de menos calidad, hasta convertir la joya en bisutería. La última es antológica: “Ha aflorado que el feminismo es de todas, no bonita, nos lo hemos currado en la genealogía del pensamiento progresista, del pensamiento socialista”. Con rapidez ha contestado la belicosa Patricia Ortega, la primera general del Ejército español: “El feminismo es de todos. No es un tema de mentalidades políticas, es un derecho humano que extrapola el género”. Corre peligro de degradación. FOTO: mi generala ortega, antes del ascenso | aec

La sinceridad caqui o el riesgo de degradación

Te puede interesar